No se puede negar, porque no se ajustaría a la realidad, que Chuli no pone toda la carne en el asador en cada partido. Que se deja la piel y que disputa al máximo cada pelota, pero un delantero centro que se precie vive del gol y éste se le está negando, incluso de forma alarmante al delantero rojiblanco. No es normal ni en él ni en ningún delantero que  ocasiones idílicas para batir la meta rival se vayan al limbo. El pasado domingo sin ir más lejos, con 0-0 en el electrónico tuvo una doble oportunidad de las que no se pueden ni se deben fallar, sobre todo la segunda tras el rechace del meta en la que, a puerta vacía, mandó el balón por encima del larguero.
Un lance del juego que, de haber sido resuelto dentro de los parámetros de la normalidad, hubiera hecho subir el 1-0 al marcador y cambiado el signo del partido.
Luego en el tramo final del partido llegó la resurrección como goleador del onubense. Conecto un buen cabezazo que metió a su equipo en el partido pero que finalmente no supuso ningún beneficio para el colectivo.
A título individual este gol, que celebró con rabia, puede ser importante para la autoestima del jugador de cara al 2016, ya que no podrá jugar en Oviedo por acumulación de cinco cartulinas amarillas. Supone para él romper una racha de dos meses y diez días sin ver puerta y su tercer tanto como ariete del conjunto rojiblanco.