En Vallecas me esperaba un Almería como el del Camp Nou y me equivoqué. Tenía claro que el equipo iba a salir enchufado y a por el Rayo y: me equivoqué. Pensaba que iba a jugar a la pelota como lo hizo ante el Granada: me volví a equivocar.

Han pasado 32 jornadas de Liga y el equipo ya tiene callos que no podrá eliminar. Ese complejo de equipo limitado le lleva a hablar de usted a rivales de su misma Liga como el Rayo Vallecano. Le hace esperar al contrario y jugar a verlas venir y así nos va en la competición.

Miro la tabla y viendo al equipo fuera del descenso solo se me viene a la cabeza aquello de: “Más oportunidades que el Platanito” que decimos por esta tierra. No lo tenemos tan mal señores.

No tiene la culpa Sergi al que igual no le da ni tiempo para salvarlos. Estos males vienen de tiempos pasados y cuesta quitarlos de encima por mucho que juntes las líneas.

El equipo no genera ocasiones de gol y vivimos de los chispazos de Thievy que amparado en su estela de fichaje bomba goza de buena prensa, pero de poco trigo: un gol al Barça y pare usted de contar. Mucho ruido y pocas nueces.

Me quedan 6 jornadas para ver a ese Almería mandón hacia el contrario pese a sus limitaciones. Me quedan 6 jornadas para sufrir en una categoría por la que vamos siempre de rodillas: somos muy limitados.

No voy a esperar a que acabe la temporada para decirlo ¿para qué esperar? si lo que quiero transmitirles es aquello de: ¿qué tiene el Rayo más que el Almería? Igual esa osadía, ese toque de locura o esa valentía que te lleva a perder o a ganar a partes iguales.

Llevamos dos temporada seguidas en Primera sin patón. Dos años en la élite sin un modelo definido. Dos campañas con un presupuesto limitado que se nota hasta en el césped. Dos años sufriendo hasta en los calentamientos señores.

Decía mi tío Pepe Saberes que, “los pobres con agua hacemos caldo”, venga señores tres tacicas más y seguiremos en Primera otra temporada.

Salud y suerte.


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