Cada año que uno pasa en Primera es como un sueño. Toda mi generación nacida en la Tercera División y en campos de tierra no pensábamos jamás que íbamos a disfrutar de tanto jamón. Vamos a por el octavo plato: todo un manjar.

Me consta que el presidente del Almería está peleando cara euro del club para no desfasar el presupuesto y tiene miedo escénico a la desaparición de la entidad: como mi generación.

Un Almería para tiempo. Un club para toda la vida requiere grandes sacrificios y en ello estamos señores. Miren, les recuerdo que el año del descenso con Lillo, Oltra y Olabe teníamos esa plantilla para algo más. ¿Qué es el algo más?.

Me decían que solo con Fabián Vargas y Diego Valeri nos íbamos a bastar para derrotar a los rivales y que el Ciclón Ulloa haría más de 20 goles en la Liga. Hasta me lo creí.

Luego todo salió diferente a lo esperado. El equipo se instaló en la cola. Lillo no controlaba la situación y el presidente rectificó tarde: resultado el descenso.

Ahora miramos los fichajes. Hacemos cuentas con los derechos de televisión y seguro que piensan que sobran millones pero se guardarán en el granero para los malos tiempos. Cuando me acuerdo del Betis y de su plantilla me echo a temblar.