De Pedro Iribarne se pueden decir mil cosas y acertar, pero a la hora de definirlo sus compañeros del Hispania lo destacan como un tipo alegre que unía a su calidad humana una gracia y simpatía muy almeriense. Nos dejaba en Abril a los 77 años y subió al Cielo para abrazarse a su amigo, Paco León, como en aquellos goles que celebraban juntos en aquel Estadio de Las Falange.

Era único Pedro Iribarne, El Chaleco, nació en un lugar muy almeriense, el Barrio Alto. La cuna de grandes futboleros como los dos Juanes: Goros y Rojas. El Atlético Baleares fue su primer equipo y más tarde se alineó con el Escuela de Formación. Regiones  y Plus Ultra le disfrutaron en sus vestuarios antes de marchar a Guadix y Calvo Sotelo de Puertollano.
El regreso a casa tenía que ser en el Hispania, el equipo de moda liderado por Matías Pérez que cedía nombre y categoría a un nuevo Almería del que Iribarne, El Chaleco, sería su capitán y el más alto que aparece en las fotos. No colgó las botas de rojiblanco ya que el espigado central fue llamado por el Gandía primero y Mestalla después.

Familia numerosa Dejo su Barrio Alto y se fue a El Ejido donde le esperaba el amor de su vida, Josefina Cantón. Formaron una gran familia con cinco hijos maravillosos; la alineación estaba formada por: Pedro, Jorge, Jose Luis, Juan Manuel y María del Mar (la alegría de la casa). El fútbol no le dio millones y se hizo agente comercial y visitador médico.
Sus hijos, Pedro y Jorge, amaron la pelota, pero de balonmano, deporte al que aportaron todo lo que su padre les enseñó. Pedro fue un pivote de raza en el Europa Óptica Almería y a Jorge le ví haciendo goles con el Moreno Huertas y La Brigada. Jose Luis  hizo menos carrera. Ellos heredaron de papá los valores de buen almeriense.