Alfonso García Gabarrón llegó a la presidencia de la Unión Deportiva Almería en el verano de 2003. Se convirtió entonces en el máximo accionista de la entidad rojiblanca al comprar las acciones de Guillermo Blanes y de todos sus consejeros, aunque éstos se quedaron al algunas.
Desde su llegada se mostró como un presidente ambicioso que no se conformaba con tener a su equipo en Segunda División, algo soñado por la afición almeriense de toda la vida, sino que quería hacer del Almería un equipo grande y de prestigio dentro del firmamento balompédico nacional. Y no dudo en declarar, nada más pisar suelo almeriense, que “voy a hacer todo lo posible por sentarme algún día en el palco del Camp Nou y del Bernabéu”. La empresa no era fácil porque compraba un equipo en Segunda y nada más. Ni sede, ni patrimonio, ni una estructura de equipo profesional.
Los principios fueron duros. El cese de Casuco en su primer año, le colocó en la picota de algunos medios y de algunas peñas. Tardó en hacerse con el control de la situación y hay que esperar al 2005 para que llegara al banquillo un técnico como Paco flores que puso la primera piedra deportiva para que un curso después Alfonso García viera hecho realidad su sueño de presidir un equipo de Primera, gracias al trabajo de Emery y su plantilla.
Cuando nadie daba un duro por su continuidad en la Liga, el club, bajo la presidencia de Alfonso García Gabarrón se mantuvo cuatro temporadas consecutivas y logró recuperar la categoría perdida sólo dos años después. Dos ascensos a 1ª, 6 temporadas en la Liga y una semifinal de Copa son sus más sonados éxitos deportivos.

Estabilidad Pero sus hazañas trascienden de lo deportivo. El fútbol de Almería ha pasado de ser un equipo con en boca de todos por sus problemas económicos a ser uno de los pocos clubes saneados. Sin deudas con las instituciones o con otros equipos, con pagos prácticamente puntuales a todos los profesionales y empleados, Alfonso García Gabarrón ha sido un mirlo blanco para Almería.