Cuando de llenar el Estadio se trata se me viene a la memoria mi etapa de socio de la Agrupación Deportiva Almería. Seguro que muchos os acordaréis de aquellos tiempos cuando en el Franco Navarro hasta los abonados teníamos que hacer cola para ver los últimos partidos de la temporada para subir a la nueva Segunda B además de los dos días del club previo pago en taquilla.
Ser socio del Almería era ser dueño del club. Tener voz y voto y una deuda que se iba acumulando sin saber por donde iban las cuentas hasta la asamblea. Y en estas asambleas se decidía lo que había que pagar.
En el nuevo Almería, llamado Unión, como en el Ceefe y Polideportivo hubo promociones de todas clases para llevar gente al campo. La Agrupación colgó el cartel de no hay billetes tirando de los bolsillos de todos pero...
Siempre tuve claro desde que pisé el Estadio de La Falange que al fútbol se iba pagando. Hoy no soy socio del Almería (con mis ganas me quedo) pero mi mujer si lo es y mi hizo tiene acciones del club. En mi casa cuando se abre la campaña de abonados mi mujer hace cola y no mira lo que le cuesta. Es abonada de corazón (yo le digo forofa) y cuando llega con el abono en la mano se le ve feliz. El otro día me decía que si bajaba el Almería sería la primera en renovar.
Cuando estábamos en Primera División nos separaban tantos metros... ella abonada en Fondo Norte con su padre y yo en la fila 16 asiento 36 de la Preferencia desde que se abrió el campo. Éramos novios entonces.
Y a nuestros hijos cuando se han ido de viaje de estudios o les ha pillado en Madrid o Barcelona han pagado lo que ponía en taquilla para ver el Bernabéu o el Camp Nou. No miramos ni el precio y para el Almería siempre buscamos el descuento.
Alfonso dice que no hará promociones y pide que vayan al campo a animar al Almería. Ni entro ni salgo. Yo cuento lo que he vivido y lo que vivimos en casa, pero cada casa es un mundo y algunos si no hay promoción no pueden ver a su Almería, no tienen ni para el abono ni para la entrada. ¿Qué hacer?.