A lo largo de la historia el Almería ha sido un equipo sin artillería pesada. No ha sido guerrero en el campo y sus logros han llegado a base de fútbol y no por sacrificio precisamente. Desde que Guillermo Blanes lo fundara ha sido un equipo bien dotado y sin carencias. Nunca tuvo hambre: y así sigue con Alfonso.

Hay cosas que no cambian en este Almería por muchos entrenadores que vengan y por buenos o malos jugadores. En su ADN lleva el perder más que el que le ganen. Me explico, es un club dado a tirar por la borda partidos y regalar al rival.

Otro de sus datos en el ADN es ser muy casero y dar pocos disgustos fuera de casa. Tiende a hacer amigos en sus desplazamientos saliendo derrotado en la mayoría de ellos.

Suele regalar goles que el rival agradece mientras ellos lamentan y hablan de corregir a la siguiente: pero no lo hacen. Y siempre aparece el recurso de los árbitros a las primeras de cambio.

Dicen que no quieren mirar atrás año tras año pero los viejos fantasmas siempre aparecen y les muestran sus carencias eternas a jugadores y afición por igual.

No es un equipo que sepa matar los partidos ni brusco en su juego. No mide los tiempos a veces y ve las tarjetas amarillas que a otros los árbitros les perdonan. No da palos y los inflan en los partidos. Va en su ADN.

Hacen falta con el futbolista rival mirando a su campo. Encajan un gol y se hunden de pleno sin capacidad de reacción. Son blandos de moral: poco guerreros. Y si llegan las desconexiones del 95-5 de Ramis...

Hay cosas que no pueden cambiar en este Almería que nacía rico de la mano de Guillermo Blanes. Siempre tuvo y ha tenido de todo y sus futbolistas son queridos y mimados en extremo. Siempre. Se vive de cine en este club y en esta ciudad.

Uno no puede cambiar su ADN. El Almería tampoco, y cuando dicen que no quieren llevar “piedras en la mochila” mirando atrás me da la risa y me acuerdo de su ADN que además incluye pedir la hora hasta en los partidos más cómodos.

En el ADN encontraras lo que es el Almería de hoy.