Para la cúpula directiva de la entidad almeriense  unos días la culpa de los fracasos del equipo son los árbitros, otros la mala suerte, otros los errores puntuales y otros, como el del pasado domingo, un par de palos malditos que forman la cruceta de la meta que ocupaba el guardavallas gaditano y que impidieron que la pelota impulsada por Rubén Alcaraz besara la red contraria. Pero casi nunca el mal juego colectivo del equipo, la falta de competencia en las dos áreas, la ineficacia en las jugadas a balón parado, los caprichos de los técnicos y otras lindezas que adornan a esta nueva edición del equipo rojiblanco.
Mientras tanto la grada, que va por otro lado, muestra su descontento con todos y con todo, con una pañolada unánime.

En picado Y todo ello por nada, por un quítame allá esas pajas que diría un castizo, simplemente porque el equipo de sus amores ya es uno de los cuatro inquilinos de la zona descenso, en un movimiento de caída libre al que ha llegado después de acumular siete fracasos consecutivos en la Liga. Siete etapas en las que no ha ganado ni un sólo partido, ha marcado un gol y encajado nueve. Unos números que según el presidente de la entidad no son suficientes como para que la cúpula directiva, reunida el pasado domingo, haya cuestionado la continuidad del técnico. Así las cosas la entidad rojiblanca se encuentra, un año más, sumida en una crisis deportiva profunda que ha culminado en esta séptima etapa de descalabros con un Almería en descenso y siendo el peor equipo de la Liga en Segunda División ya que sobre 21 puntos posibles sólo ha sumado dos. Le siguen en este apartado negativo el Sevilla At. y el Córdoba que han conseguido 4 puntos.