Se me llena la boca de afición cuando hablo del Almería. Uno que ha sido abonado de toda la vida asiste como muchos de ustedes (con asombro) a la metamorfosis del seguidor rojiblanco.

Hemos pasado sin darnos cuenta de sacar el abono porque era más barato que una entrada para el Madrid o el Barça, a sacarlo por el hecho de ser del Almería.

Vamos que apostaría a que miles de abonados hubiesen sacado el abono tras un descenso a Segunda B con más fuerza que antes: les importa el Almería.

Se han quedado desfasadas aquellas frases lapidarias: “ahora todos se suben al carro” y aquella otra “sacan el abono para ver solo a los grandes”, tantas veces escuchadas.

Alfonso García hizo de todo para ganar afición y justo cuando menos hace es la afición la que da un paso al frente. Podemos presumir de tener una masa social importante para la categoría. Muy importante.

Se ha creado hábito de ir al fútbol y las familias enteras van al Estadio del Mediterráneo sin mirar la clasificación. Pesa más el amor a unos colores. No importa la clasificación.

Antes unos se subían al carro y otros se abonaban para ver a los colosos de la Liga pero ahora Almería puede presumir de una afición fiel que nunca le abandona.

El presidente no debe de olvidarlo.