La Voz de Almeria

Tal como éramos

La plaza de las dos barberías

En la Plaza del Carmen competían el barbero Pedro Fuentes y los hermanos Ferrón

La Plaza del Carmen a comienzos de los años 60 con el kiosco de Amalia al fondo y el solar donde se levantó el edificio de ‘El Gato Negro’.

La Plaza del Carmen a comienzos de los años 60 con el kiosco de Amalia al fondo y el solar donde se levantó el edificio de ‘El Gato Negro’.Eduardo D. Vicente

Eduardo de Vicente
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Eran dos barberías con sabor añejo, con los colores de la bandera francesa destacando en la fachada y con ese olor a jabón, a polvos de talco y a loción de afeitar que tenían las peluquerías antiguas.

Allá por los años sesenta competían en la misma Plaza del Carmen el negocio de los hermanos Ferrón con el del maestro Pedro Fuentes. En aquel tiempo la ciudad estaba llena de peluquerías y los maestros no solo estaban instruidos en el corte de pelo, sino que también tenían que manejar con destreza el arte del afeitado antes de que se popularizaran en los anuncios de televisión las maquinillas desechables que revolucionaron la vida de las barberías.

Los hermanos Raimundo Francisco Ferrón Martín y José Ferrón aprendieron el oficio del maestro Viedma y se quedaron con el establecimiento que éste regentaba en la Plaza del Carmen, la célebre peluquería La Aragonesa, que estuvo funcionando en el mismo lugar hasta hace dos décadas, en manos del peluquero Ginés Gutiérrez.

En aquellos tiempos las dos barberías eran los faros que iluminaban la plaza cuando eran las últimas que cerraban. Antes no había costumbre de pedir cita y el primero que llegaba se ‘arreglaba’, por lo que mientras hubiera un cliente esperando de allí no se iba nadie, ni el maestro ni los aprendices. Era una época en la que abrían también los sábados por la tarde, el día que de más trabajo por ser vísperas de fiesta.

La Plaza del Carmen empezaba por el sur en la esquina con la Plaza de Manuel Pérez, donde reinaban el kiosco de Amalia y la administración de lotería de 'El Gato Negro', y se prolongaba hacia el norte hasta el comienzo de las calles de Antonio Vico y de Federico de Castro. Aunque nunca fue una plaza principal, gozó siempre de renombre por la importancia de los comercios que en ella existieron.

El negocio más antiguo que se conserva en la plaza es el Hotel la Perla. El edificio original, un viejo caserón del siglo XIX, fue demolido en 1962 cuando el propietario del establecimiento Gustavo Rodríguez Florido, quiso hacer un hotel moderno. Sobre su solar se edificó un piso de diez plantas, que fue inaugurado el 21 de marzo de 1964. A pesar del cambio tan radical de escenario, el Hotel la Perla siguió siendo un lugar de viajantes y gentes del comercio y un punto de reunión para grandes acontecimientos. La televisión del comedor fue una de las primeras que se vieron en Almería, por lo que cada vez que ofrecían un partido de fútbol de la selección o la final del Festival de Eurovisión, había cola para coger una silla.

También formaron parte de la vida de la plaza la bodega la Reguladora, la droguería Osiris, la joyería Troyano, la carnicería de los Díaz, el Hostal Alcazaba, la mercería 'La Caprichosa' y la sastrería de Juan Barón, que aunque oficialmente estaba empadronada en la calle de Antonio Vico, repartía su corazón con la Plaza del Carmen. Su propietario, Juan Barón Urrutia, era un sastre vocacional que aprendió la profesión desde niño viendo trabajar al maestro Checa. En los años cincuenta emprendió la aventura en solitario ejerciendo el oficio sin horario y sin festivos. Trabajaba desde el amanecer hasta la madrugada porque tenía que cumplir con todos los encargos en un tiempo en el que la competencia y el trabajo eran fuertes, ya que apenas se conocía la ropa de confección y la gente se vestía con los sastres y con las modistas. Nunca renunciaba a un encargo ni el día en que se presentaron en su taller los organizadores de la llamada ‘Operación Pesca’ pidiéndole que le hiciera un traje Express al actor Manolo Morán que tenía que vestirse de guardia urbano en la Puerta de Purchena y en el cuartel de los municipales no tenían ninguno a su medida. Por la mañana le hizo la prueba al célebre artista y por la tarde le entregó el traje.

En los años setenta llegó a la Plaza del Carmen un restaurante que con el tiempo se convirtió en bandera de una época, el Rincón de Juan Pedro’. Su propietario, Juan Pedro Alarcón Martínez, tenía la cafetería de la Térmica en el Zapillo y estuvo dirigiendo también la del Hotel la Perla, hasta que se decidió a montar su propio negocio. Llegó a un acuerdo con el empresario Federico Estrella para que le arrendara el local donde había estado la antigua bodega de la Reguladora y allí creó un establecimiento de lujo en aquel tiempo. Su iniciativa fue un éxito rotundo, convirtiéndose pronto en una referencia de la cocina tradicional almeriense. Tenía tres camareros que se ocupaban de la barra y otros tres en la cocina. La calidad de su pescado traspasó las fronteras provinciales y en su comedor se llegaron a reunir grandes personalidades de la política, del mundo del arte y muchos de los artistas de cine que en aquel tiempo pasaron por Almería.

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