Como cualquier martes, un conocido repartidor de fruta almeriense se disponía a dejar un pedido en un restaurante de calle San Miguel, estacionando durante unos minutos su furgoneta en el acceso que hay hacia la playa desde dicha vía, junto al Paseo Marítimo. En esta ocasión, debido a las prisas, se olvidó subir la ventanilla y un joven aprovechó para sustraer del vehículo un teléfono móvil y un ordenador portatil. Al darse cuenta de que le faltaban dichos objetos, el proveedor y un hostelero de la zona iniciaron una persecución para dar con el caco, que había emprendido su huida ya varios minutos antes.  

La situación no pintaba bien para el repartidor, puesto que nadie había visto en qué dirección se marchó el ladrón, pero entonces la tecnología fue clave para tratar de recuperar el 'botín' que se llevó el joven: activaron la geolocalización del móvil. En un primer lugar obtuvieron como ubicación el Paseo Marítimo, pero fue en el Parque de las Almadrabillas donde vieron al autor del robo, quien dejó tirada una bolsa en la que se encontraba el ordenador, pero seguía en posesión del móvil.

Al quedarse con el celular, permitió tanto al repartidor como al hostelero seguir guiándose por la geolocalización y eso les llevó, en ciclomotor, hasta calle Andalucía, lugar en el que alcanzaron finalmente al joven y pudieron recuperar el teléfono. En ese instante el ladrón, de orígen magrebí, comenzó a llorar y a pedir por favor que no llamaran a la Policía, apoyándose en que tenía mujer e hijos. Al recuperar sus pertenencias, el trabajador de reparto decidió no retener al caco y éste se marchó corriendo.

Este incidente se une a una cada vez más larga lista de robos que han sufrido en el último año tanto vecinos como comercios de la barriada de San Miguel, que ya en enero denunciaron la situación de inseguridad que estaba dándose en el barrio.