Esta mañana, Almería ha despertado con una inesperada sorpresa en pleno corazón de la ciudad. En el mirador de la Rambla de la capital se alza ahora una enorme escultura azul con forma de interrogante, de más de tres metros de altura. Sin previo aviso ni explicación, esta figura silenciosa ha irrumpido en el paisaje urbano, captando la atención de todos los que pasaban por allí. 

Desde primera hora, vecinos y curiosos se han ido acercando para contemplarla de cerca. Algunos fotografiaban la escultura desde distintos ángulos; otros simplemente se quedaban quietos, observándola en silencio, intentando descifrar su posible significado. En cuestión de minutos, las redes sociales se llenaron de imágenes del enigmático símbolo, acompañado de conjeturas, bromas y todo tipo de teorías.

La escena vivida en Almería no es única. Otras 38 ciudades españolas han amanecido con esculturas idénticas en sus plazas principales. Ninguna incluye una firma, cartel o pista que indique quién está detrás de la acción. Tampoco hay ninguna nota explicativa. Solo ese gran signo de interrogación, azul e imponente, que parece interpelar directamente al espectador.

En la ciudad, las opiniones se han multiplicado. Algunos almerienses apuestan por una intervención artística destinada a provocar reflexión o diálogo. Otros creen que se trata de una campaña publicitaria bien calculada, aunque nadie ha salido aún a confirmarlo. También hay quien simplemente disfruta del misterio, encantado de que algo tan inesperado altere, aunque sea por un día, la rutina habitual del centro.

Un mar de dudas

La instalación ha generado un efecto inmediato: conversación. Desde los cafés del Paseo hasta los grupos de WhatsApp, el interrogante azul es el tema del día. ¿Qué significa? ¿Quién lo ha colocado? ¿Es una crítica, una pregunta abierta o un simple acto de provocación simbólica? Por ahora, no hay respuestas. Lo que sí es evidente es que, sin pronunciar palabra, esta escultura ha logrado exactamente lo que representa: hacernos pensar, detenernos y preguntar.

Almería, como el resto del país, permanece a la espera. Quizás mañana alguien dé la cara y desvele el misterio. O tal vez no. Mientras tanto, el gran interrogante azul sigue ahí, mirando a la ciudad y esperando una respuesta que, de momento, nadie tiene.