Comanda, bandeja, bayeta, paciencia, presión, trabajar cuando otros se divierten, comer cuando otros se están echando la siesta; el empleo de camarero -según conclusión popular- es uno de los más sometidos del mercado laboral, de forma genérica. A  eso se le une ahora un dato que deja aún en peor lugar este oficio tan controvertido en la provincia de Almería: según un informe elaborado por el Consejo General de Economistas de España que abarca el periodo 2013-2022, Análisis de la productividad del trabajo en España”, del que se ha hecho eco el sindicato UGT, “según convenio colectivo, las jornadas más altas anuales en la hostelería son, por este orden, las de las provincias de Almería, Zamora, Ourense, Granada y Córdoba, todas ellas con 1.826 horas anuales, muy lejos de las 37,5 horas semanales que está tramitando el Gobierno como anteproyecto de ley. En el lado contrario, Guipúzcoa presenta la jornada anual más baja, con 1.723 horas.

De este modo, en los convenios de hostelería con jornadas más altas y más bajas hay una diferencia de 103 horas anuales, el equivalente a 13 días laborables. Hay que tener en cuenta también que estos datos hacen referencia a cifras oficiales que en algunos casos no coinciden con las horas añadidas que supuestamente se trabajan en el gremio y que no computan.

Según datos del Servicio Andaluz de Empleo, en Almería hay inscritos en torno a 7.000 desempleados en el epígrafe de la hostelería, aproximadamente. Y, sin embargo, hay picos de demanda, como son en la Semana Santa y el verano, en el que los empresarios y autónomos del sector se quejan de que no encuentran empleados especializados para cubrir los picos de demanda en la hostelería.

Por regla general, según expresan los sindicatos, los camareros en Almería se enfrentan a condiciones laborales desafiantes que pueden superar las 40 horas semanales y son déficit de contrataciones. También son habituales los turnos partidos que incluyen mañanas, tardes y fines de semana y con exigencia de disponibilidad inmediata. Predominan los contratos a tiempo parcial abierta a la posibilidad de ampliación.

A pesar de ser una pieza clave en la hostelería, según los sindicatos, su esfuerzo suele ser infravalorado. Muchos empleados del sector relatan jornadas de más de diez horas, con descansos mínimos y sueldos que no se corresponden con la carga laboral. “Aquí en verano trabajamos a un ritmo frenético, no tiene tiempo para parar y aún así la gente no valora nuestro esfuerzo”, sostiene Ramón Estévez, camarero en un popular chiringuito de la ciudad.

El turismo, uno de los principales motores económicos de Almería, impulsa la demanda de personal en bares y restaurantes, sin embargo, la falta de contratos estables y las condiciones laborales precarias, en algunos casos, provoca que camareros tradicionales migren a otros sectores laborales.

“Es un trabajo duro, nos exigen rapidez, simpatía y estar siempre al pie del cañón, explica Estévez. Desde  los sindicatos piden una mayor regulación para un sector cuya labor es clave para la economía provincial.