En la formación secundaria todo el mundo aprendió que era necesario, como mínimo, el mismo número de ecuaciones que de incógnitas para resolver un sistema. Pero, a medida que surgen incógnitas en relación con el futuro alimentario y la sostenibilidad parece que algunas corrientes de opinión sociales y políticas son partidarias de eliminar ecuaciones, olvidando que las incógnitas podrían quedar sin resolver.

¿Alguien sabe realmente como hacer viable y sostenible económicamente el modelo agroalimentario europeo sin el concurso de la biotecnología?

¿Alguien puede demostrar que detener los progresos científicos ha sido positivo alguna vez para la humanidad? Es cierto que algunos avances han podido crear situaciones adversas. Pero no ha sido culpa de los científicos ni de la innovación tecnológica, sino de la ausencia de regulación y, a veces también, de intereses poco presentables.

En el caso de la producción agrícola, la llamada “revolución verde” que supuso la tecnificación de cultivos básicos en grandes áreas del planeta aseguró alimentos y riqueza a poblaciones condenadas a la hambruna periódica, a la dispersión demográfica y a la dependencia social y económica.

Por supuesto que es preciso corregir y reorientar muchos aspectos de aquel fenómeno, a la vez que los efectos no deseados, sobre todo en materia ambiental, necesitan ser reorientados. Pero, ¿alguien puede imaginar como sería la vida en muchas zonas de Asia o de América del Sur si hubiesen tenido éxito posturas que en Europa están decididas ahora a frenar el progreso científico?. Precisamente, es en la mejora varietal donde este hecho puede percibirse con mayor nitidez. Almería, en cierto modo, es también un ejemplo bastante elocuente. Perdimos nuestra riqueza agrícola antigua, basada en la uva de mesa, porque, entre otras cosas, no incorporamos a nuestros parrales  la mejora varietal que permitió a otras zonas arrebatarnos ese patrimonio social y económico que ahora sólo vemos a retazos en algunos paisajes de la provincia.

Son necesarias tantas ecuaciones como incógnitas para resolver el sistema que los retos globales, como el cambio climático, nos propone como examen de futuro.