La joya escondida de Almería entre aguas turquesas y cuevas volcánicas
Situada entre el municipio de Pulpí y el de Águilas se sitúa esta playa de arena fina y amarillenta

Vista general de la playa de Los Cocedores. A unos pocos metros ya empieza la Región de Murcia con el término municipal de Águilas.
Más allá de las icónicas playas que bañan el Parque Natural de Cabo de Gata, no son pocas las calas almerienses que sorprenden también a los bañistas autóctonos, no solo venidos de nuestro país, sino también de otros turistas venidos del extranjero.
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Este es el caso de la Cala de Cocedores, en el extremo de la costa del Levante de Almería. En concreto, pertenece al término municipal de Pulpí, aunque mantiene una disputa histórica con Águilas, en Murcia.
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Más allá de diferencias entre ayuntamientos, la también conocida como Cala Cerrada, destaca por sus aguas turquesas bañadas por el Mediterráneo que deja apreciar la gran cantidad de contrastes del fondo marino.

La playa de Cocedores se encuentra justo en la frontera entre Pulpí y Águilas.
Todo ello rodeado por unos 150 metros de arena de longitud y unos 20 metros de anchura con tonalidades grisáceas y amarillentas, debido a la presencia de rocas y fósiles. Pero aún hay más, porque esconde un secreto que salta a la vista y que la hace aún más especial si cabe: sus cuevas excavadas en los acantilados.

Vistas de la Playa de Los Cocedores.
Testimonio del estilo de vida troglodita costero
Las paredes areniscas, debido al efecto del viento y el mar, crea estas formaciones onduladas de origen volcánico. Están repletas de cavidades naturales y trogloditas, que antaño, especialmente durante el siglo XX, fueron usadas como refugios, almacenes, viviendas para los pescadores, así como espacios para cocer esparto, que servía para construir todo tipo de utensilios.

Playa de Los Cocedores (San Juan de los Terreros).
El proceso pasaba por sumergir esta fibra natural en el agua del mar durante semanas aprovechando sus aguas mansas, actividad que da nombre a la cala. Y es que, para sorpresa de muchos, la erosión de este rincón salvaje de la naturaleza ha dado lugar al singular paisaje que, desde luego, el ser humano ha sabido sacarle partido.