‘Viento del este’ trae a Loquillo hasta Roquetas
Su último trabajo se ha convertido en el disco de rock en castellano de mayor éxito del año. Mañana regresa a Almería con su gira &lsquo

Loquillo regresa este viernes 19 de agosto a Almería.
Como diría el lugareño, “llevamos unos días con un viento que pa qué”. De vendavales enloquecedores no va esta reseña, todo lo contrario, si cabe de brisas que renuevan las noches de rock and roll. Viento del Este es el último trabajo de Loquillo, que presentará en la plaza de toros de Roquetas de Mar mañana viernes, esperemos plagada de buenas tempestades eléctricas...
Elegante, con poso y peso, de negro riguroso, ademán desafiante, pensativo, crítico, comedido, pero desafiante ante lo que fuimos y lo que somos como sociedad; ¿qué bien plasma la foto de Thomas Canet en la portada, este cuadro de época? He de confesar que al ‘Loco’ me lo tenía dejado desde hace años; la última vez que lo vi en directo daba los últimos coletazos su antigua banda Trogloditas, pero como él mismo refiere, su combo actual no necesita un sambenito, está plagada de nombres (musicazos) ilustres a nivel individual, así que para qué estigmatizarlos con una coleta.
Viento del Este reúne un cancionero bien masticado y digerido por una colección de compositores, junto a Sanz, digna de envidia: Leiva, Gabriel Sopeña, Sabino Méndez (que escribió sus clásicos de los 80, y alguno sonará), el escritor Carlos Zanón (ando leyendo su novela negra Yo fui Johnny Thunders), Carlos Segarra (Rebeldes), Igor Paskual. De éste último es mi tema favorito: ‘El mundo que conocimos’, con una pregunta hecha estribillo que como sociedad muchos nos repetimos: “¿Dónde está, dónde fue la Europa que ganamos? ¿Dónde está, donde fue la España que perdimos?”.
Loquillo nunca tuvo pelos en la lengua, eso le ha hecho ser diana a un lado y otro de la trinchera ideológica en las Españas, tal vez porque es una de las pocas verdaderas estrellas del rock (junto a Bunbury y poco más), y porque dice y actúa conforme le da la real gana. Transmite autenticidad, o así lo veo yo, se comparta o no su dialéctica y pose.
Hablar de segunda o tercera juventud en un artista es menospreciar la madurez, sin lugar a dudas el resumen y mejor bagaje de un creador, y sobrevalorar épocas de post acné y vida veloz en las que por cuestiones biológicas parece que hay que ganar todas las medallas es pura dictadura de mercado. Loquillo afortunadamente está instalado en barril de solera, ha cantado en mil batallas: “mi cancion es más fuerte, pero más vieja también”, en un momento si cabe apasionante, resistente, donde muescas, incredulidad, y voz con alma están instaladas en este ‘crooner’, santo y seña del rock and roll patrio estas últimas tres décadas, con altibajos, pero siempre cantando desde el Rompeolas frente a lobos de mar y oleajes. “Me olvidé de vivir”, demuestra que puede con todo, un tema hecho hit por Johnny Hallyday, que en Francia ha sido el One, y aquí grabó Julio Iglesias, con aroma que rezuma a cowboy de medianoche, a truhán, a señor...(algún día habrá que hacer un homenaje a Julio, uno de esos diez artistas que más discos ha vendido en la historia, pero que tiene un problema: es español).
Loquillo eligió la disidencia, el motor de su existencia, a capa y espada. Abróchense los cinturones en Roquetas, porque para ser feliz ya no necesita un camión: sólo Salud y Rock&Roll.