La Voz de Almeria

Salud

Cinco años de Covid: los cambios que ha dejado en nuestro día a día

Un lustro después del primer caso en Almería sigue el teletrabajo, las consultas telefónicas o los tests

El teletrabajo es uno de los recursos que se usaron en la pandemia y que se ha acabado instituyendo en el día a día.

El teletrabajo es uno de los recursos que se usaron en la pandemia y que se ha acabado instituyendo en el día a día.Europa Press

Lola González
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Viernes, 28 de febrero de 2020. Pasaban ya algunos minutos de la seis de la tarde y la noticia le llegaba al compañero que en ese momento llevaba la sección de Salud de este periódico. La cara normalmente relajada de Miguel Cabrera cambió. “Tenemos el primer caso de coronavirus (todavía no habíamos reducido el nombre a Covid) en Almería. Es un chaval que acaba de venir de Italia. Ya la hemos liado”. Y así, sin esperarlo, todavía convencidos de que serían uno o dos casos como nos había anunciado Fernando Simón, nos adentramos en una pandemia que nos encerró en casa, nos transformó nuestros hábitos, nos arrebató a seres queridos sin poder despedirnos y a los más jóvenes sobre todo, les cambió la manera en la que iban a relacionarse y su seguridad: ya no éramos invulnerables.

Fueron meses, podría decir que años porque los rescoldos de la pandemia se alargaron casi hasta parecer eternos, en los que tuvimos que transformar toda nuestra forma de vida para seguir funcionando aunque fuese a medias. Económicamente llegaron los ERTEs para que mucha gente que no podía ejercer su actividad pudiera sobrevivir; la admiración para los trabajadores declarados como esenciales que iban desde el personal sanitario que se jugaba la vida hasta los reponedores de los supermercados; las colas a las puertas de las tiendas; el tener movimientos controlados y el ‘deseo’ de tener un perrito para al menos poder salir a respirar aire mezclado con olor a lejía; los aplausos a las 20.00 horas; y las cañas con los amigos a través de videollamada.

Para quedarse

Pero todo esto, al igual que el convencimiento de que íbamos a salir mejores del mayor trauma de nuestra vida, fue algo que pasó una vez que la famosa curva de la que nos informaban a diario fue bajando, las muertes se fueron reduciendo y el Covid-19 pasó a ser un virus respiratorio más como la gripe tradicional o la Gripe A.

A pesar de que hemos vuelto a la normalidad, lo cierto es que son muchas las cosas que cambiaron para siempre en esos días y que llegaron para quedarse. Son quizá transformaciones que eran necesarias y que incluso ya se habían implantado en otros países pero que en España, donde preferimos ser bastante conservadores en los cambios a gran escala, nos había faltado un empujón. 

El teletrabajo

Eran muchos los países en los que esto de trabajar desde casa era ya una salida para conciliar vida familiar y laboral instituida desde hace años, y también es cierto que en grandes empresas españolas esta también era una opción, pero la realidad es que a la gran mayoría de los medianos y pequeños empresarios siempre les había parecido que eso de que alguien trabajara desde casa o desde donde quisiera, les iba a hacer perder productividad. Dice el refrán que el ojo del amo engorda el ganado. Si a esto le sumamos que había un convencimiento de que para estar bien visto en las empresas era más importante ‘el calentar la silla’ durante horas por encima de la productividad entre los trabajadores, encontramos la situación previa a 2020.

Fue con el Covid cuando a la mayoría de empresas les tocó adquirir las tecnologías necesarias para que sus empleados trabajaran desde casa. Aprendimos lo que eran las VPNs, programas como Teams, Classroom (que era para los niños y profesores) y al uso de Google Meets para reunirnos. 

A pesar de la situación, lo cierto es que desde una asesoría a un periódico y hasta la administración pública consiguieron salir adelante con este sistema. A día de hoy nadie discute que si se opta por el teletrabajo, las cosas también salen adelante. Esto permite mejoras en la conciliación en las empresas que lo ponen en práctica y, en algunos casos, el poder trabajar en lo que quieres sin tener que vivir en la ciudad que no deseas.

Una vida planificada: todo por cita previa

No sé si recuerdan aquello de las fases y el número de personas por metro cuadrado, pero lo cierto es que en el bar, en la peluquería, en el Ayuntamiento o en el Registro Civil eso de llegar porque estás por la zona e intentar hacer el ‘papeleo’ o tomarte unas cañas. Desde entonces y hasta hoy todo tiene que ir con cita previa. Y es que esto ha ayudado a la administración, a los hosteleros, a los peluqueros y hasta algunas tiendas de traje de novia a poder organizar la agenda, dar una atención mejor y evitar las aglomeraciones de gente.

Aún hay sitios donde sigue habiendo gel hidroalcohólico

Aún hay sitios donde sigue habiendo gel hidroalcohólicoLa Voz

Cierto es que provoca una necesidad absoluta de tener tu vida absolutamente planificada con mucho tiempo. Ha llevado, por ejemplo, a que se agoten entradas de conciertos con un año de antelación. Sin duda, hemos perdido frescura en nuestras decisiones. 

En lo que a la administración se refiere, no siempre los servicios son lo ágiles que deberían pero, eso ya es más una cuestión de personal que problemas derivados del Covid.

La telesanidad

Lo mismo que a través de VPNs la mayoría de las empresas salvaron su trabajo, los médicos de atención primaria y especialidades intentaron poder atender al mayor número de pacientes en pandemia sin que corrieran riesgos de contagio ni los profesionales ni los propios enfermos, para ello nacieron las consultas telefónicas y los diagnósticos por fotografía.

Esta fórmula de diagnósticos sencillos a través del teléfono o que con una foto puedan saber si un lunar necesita una revisión física o no tiene riesgo, son elementos que se han incorporado a la sanidad pública (y la privada) hasta el día de hoy para tratar de desatascar las colas de pacientes esperando una cita. Luego ya podemos pensar es si es o no la mejor fórmula para atender a los enfermos. 

Otros hábitos comunes

Más allá de todos estos importantes cambios, a raíz de la pandemia llegaron a nuestras vidas pequeñas cosas que ahí siguen casi sin darnos cuenta. A ninguno nos extraña ya ver en las casas de nuestros amigos -y tenemos en la nuestra- los casi odiados tests para detectar Covid y que ahora también señalan si es gripe A o B, o los paquetes de mascarillas. Y es que ahora si te notas griposo, antes de contagiar a nadie, te la colocas sin problemas ni parecer loco. Lo mismo que llevar gel hidroalcohólico en el bolso, cada vez son menos personas las que lo llevan pero las hay.

Somos muchos los que desde 2020 casi no llevamos encima dinero en metálico. Aquello de dar y recibir monedas de unas posibles manos infectadas que tanto evitamos en pandemia nos ha acostumbrado a tirar de tarjeta -incluso a través del móvil- en la mayoría de los casos.

Los restos de la organización de las colas a las puertas de los supermercados

Los restos de la organización de las colas a las puertas de los supermercadosLola González

Y otro de esos cambios están en nuestras casas. Todos hemos limpiado siempre con los típicos limpiasuelos, limpiabaños y el quitapolvos, más allá de los que siempre apostaron por la lejía. Pues bien, ahora no hay casa que no tenga en su armario de limpieza limpiadores desinfectantes para el suelo y cualquier superficie, e incluso hay quien lo sigue comprando para la ropa. Haber pasado la pandemia nos ha hecho conscientes de la importancia de acabar con virus y bacterias.

Todos estos cambios y hábitos se han ido incorporando a nuestras vidas en estos últimos cinco años pero pareciera que siempre fue así. Y es que la pandemia transformó nuestra manera de vivir y lo hizo para siempre.

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