El lobo de mar de San José cumple cien años
Diego Juan fue fundador del Club Náutico y ha sido un virtuoso navegante con su velero Samar II

Diego Juan Fernández, en una foto de juventud, frente al mar de San José.
Uno de los lobos de mar de la bahía de San José, Diego Juan Fernández, está a punto de ser centenario, como el brandy. Lo será a partir de mañana y el Club Náutico que él contribuyó a fundar le rendirá homenaje después de más de medio siglo de toda una vida de brega con las olas. Socio y miembro de la Junta Directiva cuando la entidad comenzó su andadura en 1971, ha sido un virtuoso perito de la navegación a vela, un entusiasta del mar y de sus atributos.
Bajo la presidencia de Enrique Sistach Roura, un emprendedor foráneo y promotor urbanístico, ejerció Diego labores de comodoro (responsable de la dirección deportiva del club) entre 1982 y 1986, cediendo entonces el testigo a su hermano Francisco Juan. Tuvo Diego, desde su amor a la navegación y su dedicación entusiasta, la visión de impulsar el Club para disfrute de las siguientes generaciones. En esa solitaria costa en invierno, donde las olas rompen con un eco ancestral contra los acantilados de piedra volcánica, ha ejercido años y años Diego de patrón y grumete a un tiempo, con un eterno olor a salitre en la piel y en la mirada el azul profundo de ese mar nijareño. Dicen que Diego no salía al mar -a la mar- en los días despejados. Mientras otros regateaban bajo cielos claros y vientos amables, Diego, aguardaba pacientemente las pequeñas marejadas, quizá pensando que el mar manso es un mar sin alma.
Uno lo imagina salivando de emoción cuando las nubes oscuras cubrían el horizonte y el viento rugía entre las rocas, pensando en sacar su velero Samar II, remando hacia el corazón de la tormenta, aunque no llegara a hacerlo, como un ballenero persiguiendo cachalotes. Nadie puede entender ese pensamiento, tan solo un marinero, que es alguien que vive como un pecador que intenta redimirse de sus faltas en medio del rompeolas, en medio de olas como montañas líquidas que, desde la orilla, parecen engullir el velero, a pesar de la destreza de patrones como Diego en el manejo de las velas y en el conocimiento de los caprichos del mar del Cabo. Con él y con otros socios, El Club Náutico de San José, además de los servicios propios de la actividad marítima y recreativa, he evolucionado para convertirse en un referente social y deportivo dentro del Parque Natural Cabo de Gata Níjar, fomentando el aprendizaje de la navegación a vela entre niños y jóvenes.