Humo real y bomberos para poner a prueba a los alumnos de un instituto almeriense
El IES Rosa Navarro, en Olula del Río, realizó un simulacro con bomberos, Policía local y servicios sanitarios

Todo el equipo humano que formó parte del simulacro el pasado 30 de abril.
Pocos días después del apagón que dejó sin luz toda la península, en el IES Rosa Navarro de Olula del Río se vivía otra situación inesperada, aunque esta vez perfectamente planificada: un simulacro de emergencia que puso a prueba la capacidad de reacción de todo el centro educativo. Fue el 30 de abril, con la complicidad de bomberos, Policía local y servicios sanitarios, y con un detalle fundamental: el alumnado no sabía nada.
"Queríamos que fuera lo más real posible, así que no les avisamos", explica Isabel Cruz, directora del centro. Desde la sala de calderas, donde se instaló una máquina de humo, comenzó la alerta. Rápidamente se activó el protocolo: los bomberos irrumpieron con todo el equipamiento habitual, desplegaron mangueras, localizaron el foco del 'incendio' y rescataron a tres estudiantes que simulaban estar atrapados, uno de ellos con ataque de ansiedad, otro con una rotura y un tercero con una herida. La evacuación en camilla, el traslado en ambulancia y la escolta de la Policía local hicieron la experiencia mucho más realista.

La realista estampa con la que se encontraron los alumnos.
“Los alumnos se asustaron un poco al ver el humo en la planta de abajo, que parecía real. Pero todos reaccionaron muy bien, salieron con bastante celeridad”, continúa contando Isa. Para preparar todo, el centro se coordinó previamente con Bomberos del Levante Almeriense, a quienes les mandaron los planos del centro para prepararlo todo. “Nos felicitaron por cómo se desarrolló todo, aunque nos anotaron una mejora: dejar cerradas las puertas exteriores tras evacuar”, apunta la directora.
La coincidencia del simulacro con el reciente apagón eléctrico en España añadió un punto curioso. El lunes 28, al quedarse sin conexión ni instrucciones de Delegación, se optó por mantener las clases a la antigua usanza: bolígrafo, papel y tiza. “Lo hicimos como se hacía antes, sin pizarras digitales ni ordenadores. Y cuando volvieron la luz y las comunicaciones —en Olula del Río esto no sucedió hasta el martes casi al mediodía— no vimos que habíamos acertado al mantener el centro abierto, aunque sin dar clase. Fue una decisión difícil, pero creo que fue la correcta”.

El alumnado sale entre el humo.
El simulacro, en todo caso, dejó una huella más profunda de lo esperado. Para muchos estudiantes, fue la primera vez que vieron en acción a los cuerpos de emergencia actuar tan de cerca. “Tres o cuatro alumnos de cuarto de la ESO ya decían que querían ser bomberos. De hecho uno de los bomberos era un antiguo alumno del instituto y fue muy emotivo verlo allí, con su traje y su vocación al servicio del pueblo”.
Aunque lo que más destaca Isabel no es la maquinaria ni la simulación, sino la implicación y profesionalidad de todos los participantes. “Se lo tomaron como si fuera real. Los bomberos, los sanitarios y la policía, todos llegaron y se metieron de lleno en su papel. Al final, los alumnos les aplaudieron sin que nadie se lo pidiera”.
Para el centro, este tipo de actividades son imprescindibles. “Yo lo recomendaría a todos los colegios. Es fundamental que los niños conozcan los recorridos, que los planos estén actualizados, que todo el mundo sepa cómo actuar. Al final, es una cuestión de seguridad y de cuidar lo más importante que tenemos: nuestras vidas”.