Soy maestra de Educación Especial y este curso me han destinado al aula específica de un instituto público. Esta modalidad de escolarización es para alumnos con mayor dificultad. No me gusta usar el término “discapacidad” porque también son personas con capacidades (¡¡¡cómo no!!!). Además, a las personas “sin discapacidad” no se nos refiere como “capacitados” (imagino que porque también tenemos discapacidades, ¡¡¡al menos yo!!). En el aula están escolarizados cinco alumnos y es atendida por una de mis compañeras (durante unas horas semanales), por un compañero personal técnico de integración social (monitor) y por mí que soy la tutora. Considero que es mi obligación denunciar públicamente la situación en la que nos encontramos dentro y fuera del aula, totalmente desamparados de cara a las personas que tienen que actuar con la mayor celeridad posible. Y es que, de los cinco alumnos de mi aula, uno está diagnosticado de trastornos graves de conducta. Según el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM V) el trastorno grave de conducta incluye muchos problemas de conducta, además de los necesarios para estable