Conmemoramos este martes, once de marzo, el horrible atentado en Madrid de hace ya diez años, aquella terrible pesadilla todavía en algunos momentos de nuestras vidas las volvemos a sentir, que anteponiendo siempre a las víctimas mortales  incluso dan más lastima de la cantidad de personas que perdieron un brazo o una pierna o que perdieron la vista.

Y qué pena que de aquella masacre algunos políticos sacaron beneficios culpándose unos a otros y otros a unos.

Es todo lo contrario de lo que ocurrió en Estados Unidos tras el atentado terrorista del 11 de septiembre del año 2001. Los americanos, con el trágico suceso de las Torres Gemelas, se comportaron todos una piña,  hubo entre ellos un abrazo común de hermandad y de buen hacer.

Y yo me pregunto ¿qué resultado tuvo aquella barbarie en España? ¿qué copiamos de de todo aquello? ¿de qué valió aquel ememplo? Pues yo creo que no ha servido de nada, seguimos cada uno haciendo nuestra guerrica por nuestra cuenta y olvidamos cosas que no deberían nunca jamás olvidarse.

Pero aquí no para esto, que de muy buenas familias nacen gente generalmente buena y después entre hermanos, por nimiedades sin importancia, se llega a crear odios a muerte sin darse cuenta del mal que se infringen entre ellos y el daño no curable que les proporcionan con esa actitud a los padres y amigos.

Loo que todo esto me lleva a pensar es que no aprendemos nada o que no queremos aprender, dado el egoísmo por el poder o por el dinero. Nos apartamos del guión de los buenos modales para entrar en un barbarismo sin límites y, total, todo para nada, porque nuestra vida es siempre muy corta y no merece la pena ni el poder ni el dinero  ni las cosas terrenas y materiales. Y es que, como reflejaba un gran poeta en una de sus creaciones:

De que me sirve presumir,

Rosal de buen parecer,

Si aún no acabas de nacer,

Cuando empiezas a morir.