A mí con pulsos
A mí con pulsos
Las empresas deben ser conscientes de sus responsabilidades, incluso las que como un acuario, en este caso el de Roquetas, pueden defender, y con razón, que se trata de una forma de mostrar y enseñar la vida animal. Cultura, en definitiva. Pero también un negocio. Y los que a los negocios se dedican, deben asumir sus victorias y sus derrotas. O lo que es lo mismo, sus aciertos y sus errores. Cuando suena lo primero no hay quien reparta beneficios entre los ciudadanos, pero cuando es lo segundo lo que se hace presente ya estamos pidiendo ayudas.
Si los papeles defendían como un buen negocio un acuario en Roquetas, parece que no decían toda la verdad ante el presunto cierre que se avecina. No es culpa nuestra. Se clausuran todos los días establecimientos en Roquetas y otros municipios ante la crisis a que nos han llevado entre otros nuestros miopes políticos.
Si todos los empresarios presionaran a las administraciones ante su fracaso apañado estaba el personal. Nosotros, ya que es nuestro dinero el que sale en salvación de estos negociantes.
El caso de la banca es paradigmático en nuestro país. Y con lo que se han “llevao” en jubilaciones y otras lindezas no parece descabellado que desde el acuario se le presione al alcalde roquetero para no tener que cerrar, estamos ante una empresa con ribetes culturales a defender, pero la presión debe ser tan fuerte, que ha llevado a decir a Gabriel Amat aquello de: “que no me vengan con pulsos”. Le ha faltado añadir: “que lo pierden”. A veces se gana en un negocio y en otras se pierde.
El acuario tuvo que pensar muy bien donde abría sus puertas.