Un daiquiri en el quinto infierno
Últimamente me da la sensación de estar viviendo constantemente en el quinto círculo del infierno que nos describió Dante en su Divina Comedia, obra de obligada lectura para todo humanista que se precie. El caso es que si nos sentamos a observar el día a día en cualquier lugar de esta nuestra patria, vemos dos extremos cada vez más presentes en nuestras calles: la ira y la pereza. Por supuesto, hay personas que reúnen ambos pecados en su vida, día tras día. ¡Faltaría más!
En cuanto a la ira y sus malditos sectarios, podemos verla en cualquiera de nuestros Parlamentos o Ayuntamientos: están llegando una gran cantidad de voceadores profesionales que lejos de guardar el respeto que deberían representando a tantos millones de votantes, se dedican a dar ladridos para así intentar vender algo de humo por los medios de comunicación a todos sus posibles electores. Me sorprende la gran cantidad de fundamentalistas del odio que reclaman una vuelta atrás en el tiempo hasta momentos más oscuros que el carbón o que Desembarco del Rey, que viene a ser lo mismo. Vamos, y yo pensando que habíamos evolucionado algo desde el Homo Erectus. ¡Pobre de mí!
Los iracundos son preocupantes, y más si son comandados por Flegias, pero me atormentan de una forma mayor sus compañeros de piso en el averno: los perezosos. Es bastante curioso como ahora que tenemos un mundo lleno de posibilidades, globalizado y abierto en tantísimos aspectos, vemos que gran parte de la sociedad se ancla en la mediocridad, se encierra en sí misma y no tiene vísperas de realizarse, de cumplir todos sus sueños y de trabajar por el bien común y el progreso con el fin de construir un mundo mejor para las generaciones futuras y el incierto devenir que nos espera de no espabilar. Parece que la tónica general es dejar que el conformismo dispare una de sus certeras balas sobre nosotros y que nos deje heridos de muerte antes que intentar superarnos a nosotros mismos constantemente, trabajando en mejorar, sobretodo, como personas. ¿No iría eso contra la propia naturaleza del ser humano? Si por algo nos hemos caracterizado desde que éramos monos siempre ha sido por progresar e intentar crear un mundo mejor para nosotros y los nuestros, ¿no lo echáis en falta más que nunca? Tenemos la herramienta más importante para conseguirlo: nosotros mismos. ¿De verdad no lo vamos a hacer?
Llega el verano y el daiquiri apetece más que nunca después de un año tan ajetreado. Siempre está bien tomarse uno, aunque sea en el quinto infierno y con tan querida compañía. ¡A vuestra salud!