Ana Maria Galindo Gil, la seño Ana, nuestra querida Ana nos ha dejado, nos ha dejado con el corazón partido pero con una huella indestructible en nuestra Alma.

Al final, la enfermedad ha vencido, creemos firmemente, que todavía no te tocaba, te quedaban muchas cosas por hacer, pero esta es la crueldad de la vida.

Nunca tuviste un mal gesto con nadie, siempre con tu sonrisa en la boca y la alegría en la cara, bien arreglada y con tus tacones altos, así te vamos a recordar, como una mujer buena, guapa, formal, trabajadora, buena madre y esposa.

Siempre fuiste un ejemplo para todos, nunca te vimos una mala cara, un mal gesto o unas malas maneras, siempre has sido atenta, amable, cariñosa, buena amiga, querida por tod@s aquell@s que hemos tenido la suerte de compartir tu vida, de ser tu marido, tu hijo, tu familia, tus compañeros, tus amigos, por todos aquell@s que han sido tus alumn@s y tan buenos recuerdos tienen de ti, porque aunque te hayas ido de nuestro lado, siempre vivirás entre nosotr@s, has sido una mujer digna de ser amada.

Han sido muchos los momentos que hemos vivido juntos, ahora te has marchado y nos has dejado huérfanos, has iniciado otro camino, pero sabemos que ahí donde estés, vas a estar tutelándonos, siempre a nuestro lado y siempre guiándonos para seguir en la buena senda.

Estamos seguros que todos esos niños y niñas que hay en el cielo, que estaban esperándote, ya te han recibido y te han cogido de la mano para que les sirvas de guía, como hiciste aquí con tantos y tantas en este mundo de paso.

El vacio que se ha quedado en nuestro corazón sólo se puede compensar con el pensamiento de que has dejado de sufrir, ya no más médicos ni más hospitales, ya vas a descansar.

Ana, te hemos querido, te queremos y te querremos siempre.

Tu esposo, tu hijo, tu familia, tus amigos.