La normalización de la infamia

Es volver a aquellos años de terror y plomo, aunque ahora sin pistolas

Antonio Pérez Henares
00:50 • 27 oct. 2021 / actualizado a las 07:00 • 27 oct. 2021

Que los etarras, sus cómplices, aliados y voceros, estaban todos ellos juntos y abrazados, llamen fascistas a sus víctimas es lo que el gobierno de Sánchez y sus palmeros llaman “normalizar”. Los asesinos etarras encarcelados han pasado a ser “los presos vascos” y los terroristas convictos y confesos son dilectos socios parlamentarios con los que se tiene gran empatía. Dónde van a parar estos maravillosos colegas al lado de esos apestados de la derecha.



Siempre ha habido algo de eso en la izquierda. Los unos, aunque pegaran tiros en la nuca y enterraran viva a la gente, al fin y al cabo eran de los “nuestros”, de los podemitas desde luego como hermanos, y de eso en lo que se ha convertido el PSOE, primos segundos cuando menos. Ellos al fin y al cabo son de “casa”, personas, nada que ver con un sub-humano de derechas que no alcanzara nunca tal condición por tal pecado. A alguno no se nos olvida Patxi Lopez impidiendo a Rajoy dar el pésame tras el asesinato de un militante socialista, Isaías Carrasco y expulsándolo. ¡Si hubiera sido Otegui, un hombre de paz como se sabe!



Lo escenificado este fin de semana por parte de Bildu en comandita con los separatistas catalanes y la fraternidad podemita es la puesta de largo de la normalización de una infamia que ha convertido la derrota de ETA a manos de la democracia, de las fuerzas de seguridad, de la Justicia y la sociedad española en una victoria de sus herederos, que consideran las atrocidades y crímenes cometidos algo que no solo no es execrable sino un orgullo y una heroicidad merecedora de homenaje.



Comenzó con ello Zapatero y Sánchez, que está decidido a superarle, va a cerrar el círculo. Que en realidad es volver a aquellos años de terror y plomo, aunque ahora sin pistolas y sustituida la diana por la exclusión, en los que tras acribillarlo o descuartizarlo, a ser posible en presencia de sus hijos, al asesinado se le despedía con unas pintadas llamándole asesino. Recuerdo que, entre muchos, se lo hicieron también a un socialista, Fernando Múgica.



Pues más o menos era lo que gritaban en la manifestación pro-etarra, que ahora hay que llamar de otra manera, pero es eso. Si ayer el asesinando era tachado de asesino, ahora los asesinos son, pobrecitos ellos, unos héroes presos, y sus víctimas, unos provocadores fascistas.



La hoja de ruta está pactada, lleva ya dos años firmada incluso. Sánchez lo tiene claro y lo sigue teniendo. Aunque haya tenido que hacer ascos y verse obligado a unos de sus NO ROTUNDO y que son la prueba del nueve de que es lo que va a hacer en cuanto pueda y considere que se nota menos. Esta vez el bocazas de Otegui estropeó la puesta en escena, pero esto se hace olvidar en nada y se vuelve a la andada como la burra al trigo. La infamia se convierte en “normal”, los verdugos en víctimas y las víctimas en fascistas. Ah, y toda la tropa es bautizada como “progresista”, paraguas y bula para lo que sea preciso. Hasta para pactar con asesinos.





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