Verónica Forqué consigue que el público se enamore de Shirley

Verónica Forqué consigue que el público se enamore de Shirley

Jacinto Castillo
22:13 • 27 may. 2012

Pocas actrices podrían encarnar con la misma credibilidad el papel de Shrley Valentine como Verónica Forqué. Muy pocas, podrían igualarse a ella como compañera de viaje para recorrer el resbaladizo mundo de la alienación femenina.


La pieza teatral que la noche del sábado ocupó el Auditorio de El Ejido, presentó a una Verónica situada mucho más allá de esa especie de estereotipo que le acompaña y del que, a veces, ha abusado el cine español.


La obra Shirley Valentine, del autor Willy Russell adaptada por Nacho Artime, parece escrita en su momento para esta queridísima actriz. Pero, pese a que conserva en todo su extensión las peculiaridades interpretativas que le han hecho célebre, su talento permite “olvidar” otros papeles anteriores. Verónica se ha adueñado de este personaje, pareciendo en todo momento que es una autoridad en los conflictos emocionales de Shirley, esa tierna mujer británica que ha terminado hablando con la pared de su cocina y con sus electrodomésticos para poder expresar todo lo que siente.




La excelente dirección de Manuel Iborra y el estado de gracia de Verónica hacen posible que el  humor no reste un ápice de seriedad al motivo de la obra que, sin ser novedoso, no deja de aportar una perspectiva interesante sobre la vida femenina y, especialmente, sobre la necesidad vital de ser feliz, al margen del papel desempeñado respecto a otras personas. Un principio esencial y común a todos los seres humanos, que esta pieza humaniza un poco más en la interpretación de Verónica Forqué, cuya capacidad comunicativa permite que la escena se pueble de personajes y situaciones sin salir de su cocina o de la playa griega donde consigue hacer realidad sus sueños.


La delicada escenografía del genial Andrea D’Odorico contribuye a ello, con una cuidadísima iluminación.
Verónica ha dejado su huella en el Festival, dentro y fuera del escenario. En la noche previa a la representación, se unió a una entrañable fiesta celebrada en el Café del Teatro, dedicada a dos mujeres que padecen cáncer, en la que los asistentes mostraron su cariño y apoyo llevando pañuelos en la cabeza. La actriz se sumó a esta demostración de afecto con la mejor de sus sonrisas.






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