‘Me llamo Victoria’, una mirada al fascinante Madrid de la ‘belle époque’

Todo comenzó en la calle Arapiles, en casa de sus abuelos. Allí, como un tesoro, la colección completa de ‘Blanco y negro’, revista ilustrada fundada en 1891 por Torcuato Luca de Tena. El niño Miguel Vasserot (Almería, 1967) se perdía entre sus páginas en el subyugante Madrid de la 'belle époque'. A esa ciudad y a ese tiempo, el hoy abogado y escritor transporta al lector en ‘Me llamo Victoria’ (Roca Editorial), novela que presenta este miércoles 22 de junio (La Pajarería, 20 horas).

Una historia “muy coral” con dos personajes “fundamentales” para comprender la trama: Lorenzo Hernández, escritor que quiere prosperar como redactor de ecos de sociedad, y Victoria, enigmática mujer de la que todos hablan pero nadie conoce. “Él representa lo que luego sería la prensa amarilla y usa sus artículos para contentar con sus críticas a las suscriptoras de las revistas que lo que quieren son cotilleos. Y nadie mejor para su pluma que la misteriosa y enigmática Victoria”, detalla Vasserot a LA VOZ.

Su primera novela, ‘¿Serías capaz de quedarte por mí?’ (Esdrújula, 2015), se situaba en un marco temporal similar aunque la acción transcurría en una localidad costera de Almería. Ahora, el autor se traslada a ese Madrid que le fascina. “Pretendo que los lectores entren y se sienten conmigo en torno a las mesas de mármol de El Diván, El Gato Negro o el Levante”, los cafés donde se reunía la intelectualidad del momento.

Aquel Madrid, de grandes hoteles y sencillas pensiones, “el de las verbenas y el de las grandes veladas de la aristocracia con fiestas llenas de excentricidades”, revive en la novela. Y quizás aún no ha desaparecido del todo. “Si eres capaz de abstraerte de los ruidos descubrirás que queda mucho aunque los nombres de calles y plazas hayan cambiado. La Gran Vía todavía no era Gran Vía, pero no tardaría mucho en serlo. Llegarían los primeros coches, los cinematógrafos, el tranvía y el metropolitano. Madrid se haría mayor y los protagonistas de ‘Me llamo Victoria’ serán testigo de ello”, relata el autor. 

Meticuloso en la recreación histórica, y certero en su mirada social, Vasserot ha invertido “años de trabajo” en esta historia. "Hay que leer mucho, visitar los escenarios que puedan quedar en pie, investigar en los archivos históricos, observar y… preguntar, preguntar y preguntar".

Un trabajo de documentación que, sin saberlo, comenzó de joven. “Para mí, los mayores son el mejor pozo de sabiduría para conocer la vida de antes. Yo lo hacía ya con 18 años, y anotaba lo que me decía alguien de 90 años acerca de su niñez: ¿qué desayunaba?, ¿a qué jugaba…? De esa forma recibía información de un testigo real de finales del siglo XIX: mi abuelo Carlos, que nació en 1898”.