El Cervantes rebobina a los años 80

Alguien dijo que el renacer de los años 80 está durando más que los propios años 80. Y puede que sea cierto. Aunque los que disfrutan colándose una y otra vez en aquella fiesta no parecen sufrir demasiado. Ahí está el fenómeno ‘Yo fui a EGB’ impulsado por Javier Ikaz y Jorge Díaz (un proyecto que debe mucho a la maravillosa, y mucho más desconocida, trilogía literaria ‘Papel y plástico’, de Óscar Lombana, cuya primera entrega vio la luz en Astiberri ¡en 2008!), los reencuentros de los grupos de la época (y sus inevitables tributos) y, sobre todo, la continua revisión (y la reivindicación desprejuiciada, como el imprescindible ensayo ‘The time of my life’, de Hadley Freeman, en Blackie Books) del cine ochentero, entendiendo éste como aquellas películas que conquistaron al público juvenil, recaudaron millones de dólares, crearon sagas y pusieron los cimientos para edificar una mitomanía sobre hombreras, calentadores y walkmans. Un enamoramiento que aún hoy perdura y que esa generación transmite con devoción, vía Netflix o YouTube, a su descendencia. 

Si el ritual de recorrer la estantería del videoclub ha encontrado cierto reemplazo en los catálogos de las plataformas digitales, la liturgia de la pantalla grande sigue siendo intransferible. Y algunos exhibi­dores, buscando que la magia no muera, han visto en las reposiciones de aquellos títulos un atractivo capaz de conecta con los paraísos perdidos.

En Almería, donde el centro enterró sus salas comerciales hace menos de lo que parece, solo dos teatros, el Apolo y el Cervantes, se resisten, con la férrea voluntad del señor Miyagi, a deshilachar sus pantallas. Y si el primero ha logrado fidelizar a un público exquisito y exigente gracias a su Cineclub en versión original, el segundo ofrece descargas de 1,21 gigovatios de nostalgia con sus proyecciones puntuales de éxitos de los 80. Una iniciativa que ahora quiere hacerse un hueco fijo en el calendario de propuestas del espacio que gestiona Kuver Producciones y encontrarse con los espectadores una vez al mes. 

Así, el ciclo ‘Un peliculón por 500 pesetas’ se reiniciará cual Skynet el sábado 27 de octubre con ‘La historia interminable’, que ya cosechó un gran éxito en el Cervantes en julio de 2016. En esta ocasión, Bastian, Atreyu, la Emperatiz Infantil, Fújur y otros habitantes de Fantasía (donde se cuelan paisajes de Tabernas y Mónsul, lugares que acogieron un fugaz rodaje en agosto de 1983) asomarán por el teatro en tres sesiones: 17h, 19.30h y 22h. Las entradas ya están a la venta al precio de tres euros. 

“El público vive estas proyecciones como acontecimientos, porque solo están en cartel ese día”, cuenta Curro Verdegay, gerente de Kuver. Para que la experiencia sea más inmersiva, suenan temazos del momento y se proyectan anuncios de la época antes de cada pase. “Y quizás ahora el personal vaya vestido a la moda”, adelanta. 

Desde que Kuver cogió el teatro han rescatado largometrajes como ‘La princesa prometida’, ‘E.T., el extraterrestre’, ‘Dirty Dancing’, ‘Karate Kid’, ‘Los cazafantasmas’ y ‘Gremlins’. “Mucha gente no pudo verlas, así que a algunas volveremos a darles otra oportunidad”. El ciclo busca sumar nuevos títulos, algunos muy demandados por el público, como ‘Los Goonies’, epítome de ese cine cómplice con el que el Cervantes rebobinará a aquellos 80, coloridos e irresistibles como el cubo de Rubik.