De la ilusión a la pesadilla

Ninguno de los inventos que Mel experimentó en su estreno como local dieron el fruto apetecido

Ramazani se desespera en una jugada del Almería-Osasuna.
Ramazani se desespera en una jugada del Almería-Osasuna. Juan Sánchez
Miguel del Pino
12:59 • 31 mar. 2024

No voy a negar que tenía fundadas esperanzas de que este Almería de nuestros pecados diera un segundo paso adelante ante su público y le brindara el primer triunfo de esta nefasta campaña. Tardé muy poco en despertar de mi sueño porque en solo ocho minutos los de Arrasate se pusieron doblemente por delante en el marcador como consecuencia de sendos regalos de los rojiblancos.



Si a la losa de ser últimos, de no haber ganado en casa, de estar prácticamente en Segunda y ser la percha de los palos de la categoría se le añade el ponerse con un 0-2 en contra tendremos la razón por la que un partido que estaba marcado por la ilusión para la hinchada rojiblanca se tornó a partir de ese momento en pesadilla, una más de las que viene sufriendo en la presente campaña la incondicional y fiel afición indálica.



El Almería no venía de realizar un gran partido en Las Palmas, pero había sido capaz de conseguir inaugurar en tierras isleñas su casillero de victorias. Parecía que Pepe Mel comenzaba con buen pie su andadura al frente del Almería y que el técnico tenía sobradas razones para premiar a los héroes que habían conquistado Las Palmas con una nueva titularidad.

Suspenso
No fue así. Pepe Mel quiso jugar a entrenador, realizó tres cambios y pifió en todos. Édgar suplió en la medular a Marcos Peña, en el primer gol el pivote almeriense no apareció para ayudar a los defensas. Esta variación le duró bien poco porque con la lesión de Radovanovic el canterano volvió al once y el exbético al eje de la zaga del Almería.



El equipo, como era de esperar, ganó en consistencia defensiva y en capacidad de recuperación, lo que se tradujo en que los osasunistas no volvieron a inquietar a Maximiano en todo lo que restaba de partido sino para hacer el tercer tanto.
Embarba, que venía de participar activamente en el juego de ataque de los suyos y de realizar un gran trabajo de ayuda a Centelles, se quedaba sentado en el banquillo para dar entrada a Arribas.



El canterano del Real Madrid volvió a demostrar que es una sombra de lo que fue en el inicio de campaña, tal vez porque ninguno de los inquilinos del banquillo ha sabido darle el rol que le corresponde y colocarlo en la posición en la que mejor puede rendir para el equipo; en el primer minuto Arribas quedó retratado.



Centelles había subido al ataque, le correspondía a Arribas vigilar al lateral una vez perdida la pelota por Centelles; en lugar de ello perdió de vista al defensor contrario que subió libre de marca con un Arribas incapaz de emparejarse con él, hasta culminar con una asistencia a Arnaiz para que este completamente solo porque César Montes estaba donde no debía, es decir en tierra de nadie, convirtiera en hielo el agua que caía sobre Almería. Tras el descanso apareció Embarba y el equipo mejoró.



También saltó al césped Baptistao en el intermedio y ayudó para que se pudiera ver una mejor versión del equipo.
Nueva decepción; se pudo comprobar la diferencia abismal que hay entre un equipo de autor, un conjunto que sabe a lo que juega, que tiene asimilados unos  efectivos automatismos tanto en defensa como en ataque, perfecto en las ayudas y coordinados y otro en el que cada jugador trata de hacer la guerra por su cuenta. El partido ante Osasuna se convirtió en un calvario.




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