Ocho pueblos almerienses para disfrutar de este otoño

Si eres de los que está pensando en viajar este otoño por Almería, te dejamos unas opciones

Pablo Poza
07:00 • 10 nov. 2021

El turismo rural cada vez tiene más adeptos y ya supera los niveles previos a la pandemia. Desde hace año y medio, son muchos los que huyen de grandes aglomeraciones y prefieren marcharse al campo para buscar tranquilidad. Si estás pensando hacer una escapada en otoño, una de las mejores épocas para viajar, os dejamos con buenas opciones para visitar pueblos de la provincia de Almería.



 



Quizá podamos empezar en Bayárcal, un pueblo que se eleva por encima de los 1258 metros de altura. En días de bruma y frío las nubes quedan por debajo del caserío, creando lo que los vecinos dan en llamar la boria bayarquera. Los alrededores del pueblo están salpicados de huertas y campos de frutales. Es la puerta de entrada a la blanca Alpujarra de Almería, hermana de la de Granada. Y los otoños en esta comarca, son magia.



 



En Tíjola podemos destacar uno de los rincones más visitados de la provincia, la Balsa de Cela, un manantial de aguas termales situado a 3,5 Km de Tíjola en dirección norte, en el límite con el municipio de Lúcar y a una altitud sobre el nivel del mar de 720 metros. Las aguas emergen de manera natural con un caudal constante de 42 litros por segundo y una temperatura que se mantiene en las distintas épocas del año entre 22 y 24 grados centígrados. Es un pueblo situado a 689 m. de altitud al norte de la provincia, en el Valle del Almanzora, entre los pueblos de Olula del Río y Serón. Sus principales atractivos turísticos son la plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento.



 



En la provincia, contamos con muchos pueblos reconocidos fuera de la misma, por su belleza, gastronomía o ubicaciones sin parangón. En 2003, el pueblo blanco de Mojácar fue declarado uno de los más bonitos de España. Situado en una cima a 170 metros sobre el nivel del mar y al final de Sierra Cabrera, presume de su fuente mora, la Puerta de la ciudad, la plaza del Parterre, su iglesia de Santa María, la ermita de Ntra. Sra. De los Dolores, el barrio del Arrabal, o la plaza nueva y su mirador. En Mojácar hay lugares que no puedes perderte, dónde descubrirás numerosos secretos de la historia milenaria del pueblo.



 

Paterna del Río posee cuatro barrios, fruto de su disposición medieval. En tiempo de los árabes la ciudad trazó calles y plazuelas mínimas que aún han derivado en el nombre de Barrio Alto, Barrio de Enmedio, Fuente del Castaño y Barrio de los Castillos que podemos visitar en nuestra escapada. Un puñado de arroyos alimenta al río Paterna, cuya pendiente, superior al 20%, ha marcado un valle encajonado, con forma de uve.

 

Laujar de Andarax, a casi 1000 metros de altura es otro de esos pueblos en los que los ‘selfie’ no se harán de rogar. A sus espaldas encuentra el Parque Natural de Sierra Nevada y justo enfrente tropieza con la serranía de Gádor, el último obstáculo antes de dejarse caer al Mediterráneo. De abrupta naturaleza, la población presume de poseer idílicos paisajes, sólo tienes que ir a verlos y enamorarte. Su mosaico vegetal es similar al de otros pueblos de la Alpujarra granadina. Aquí, en este rincón de la Almería más húmeda crecen olivares, parras y una nutrida huerta.

 

A un lado de la carretera paralela a las aguas del río Andarax que buscan en su descenso paisajes más yermos, se halla el pueblo de Fondón. Con mucha riqueza histórica, la villa tuvo un pasado árabe, pero cuando fue tomada por los cristianos asumió más que cualquier otro pueblo vecino su nueva adscripción cultural. Fondón es un municipio hilvanado en torno a un interesante conjunto monumental presidido por la iglesia parroquial. Alrededor de la plaza principal de la villa se alza el templo y su esbelto campanario rematado por decoraciones barrocas, ¡No os lo podéis perder!

 

Ohanes se encuentra al final de una tortuosa carretera, no apta para los enemigos del vértigo o curvas insinuantes. Al final de la misma en torno a un trazado árabe, nos encontramos con este bello pueblo de la provincia de Almería. El caserío reposa sobre las terrazas en las que crecen los cultivos de vides. La configuración de la villa exige subir y bajar por calles empinadas entre las macetas que cuelgan de las viviendas que hablan de su pasado mudéjar. Blancas casas y plazas pequeñas adornan sus barrios viejos. La iglesia del pueblo fue construida a finales del siglo XVI ¿Una escapada?

 

Contrastes de paisajes es los que nos deja el otoño desde Canjáyar, de ahí, el desierto queda a un salto. Se podría decir que este pueblo marca la frontera entre la Almería húmeda y la Almería seca. Lugar de instantáneas espectaculares. Su arquitectura sigue perteneciendo a los pueblos de la Alpujarra. Las casas son bajas y blancas y se sustentan unas encima de otras, recostadas sobre una ladera suave a cuyos lados se alzan árboles frutales que imprimen un tono de verdor en el paisaje seco y azafranado, donde las hojas de color ocre desvanecen alrededor. Canjáyar además, tiene una iglesia consagrada a la Santa Cruz.

 

 


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