La Agrupación Musical San Indalecio ya tiene 23 años de vida

No es una banda al uso ni una escuela de música como tal pero son cientos los niños y mayores que, a diario, llenan el centro de la Agrupación de notas musicales

Durante uno de los ensayos, profesor y alumnos, de muy variadas edades, saludaron levantando los ins
Durante uno de los ensayos, profesor y alumnos, de muy variadas edades, saludaron levantando los ins
Carmen López
22:07 • 05 oct. 2014

La Agrupación Musical San Indalecio va más allá de lo que la mayoría de bandas de música, porque no es solo eso. Por ella pasan cada año cientos de jóvenes y adultos para aprender lenguaje musical y a tocar, al menos, un instrumento. Es toda una escuela de música que lleva 23 años poniendo semillas para que no se queden en sueños las vocaciones musicales de muchos y los sueños de otros. Tanto es así que lo que inicialmente nacía para que hubiera una banda de música en La Cañada que acompañara a la patrona del barrio en sus procesiones, es hoy en día un punto de encuentro en el que comunicarse de otras muchas maneras.
Juan José Navarro, director de la Banda Sinfónica de la Agrupación Musical San Indalecio de La Cañada, explica que no todo es música, porque además de las clases de distintos instrumentos y los ensayos de bandas, ofrecen taller de manualidades, clases de bailes de salón, de zumba e, incluso, un taller de relajación.
¿Que cuántos alumnos tienen? Pues es difícil saberlo; pero Navarro cuenta así por encima: “Solo de instrumentos unos 150;  30 del coro;  las bandas otros 40 o 50, la banda sinfónica son 110, la zumba unos 25...”, y así podría seguir un buen rato.

Cuando se le pregunta que de dónde viene toda esa tradición musical responde que, “como decía Margarita, de la nada”. “Una vez nos hicieron una entrevista para La Voz y titularon así. Todo esto empezó hace 23 años y fue porque una mujer, Margarita Ramón, quería que La Cañada tuviera una banda que acompañara a la Virgen de los Dolores y empezó a mover el tema para eso; pero de ahí empezó una pequeña banda, comenzaron las clases”, había demanda, al final les dieron un local, el ayuntamiento se implicó y hay muchísima actividad.

Son incontables las personas que han pasado por allí. Según Navarro, de los 110 miembros de la banda sinfónica actual, 35 estudian fuera. “Tenemos varios trombones estudiando fuera, dos en Bruselas y uno en Islandia, haciendo los estudios superiores. Hay gente que ya se ha titulado profesionalmente,  unos 40 y con el título superior una quincena; de ellos unos cuantos son profesores y están dedicándose a la música”, explica.

No les consta que haya una experiencia como la suya en la provincia. “Una cosa es que haya una banda o alguna escuela, pero somos una barriada y experiencias como esta no hay. Hay escuelas municipales, pero una banda con una escuela tan grande, con tres bandas más coro, y que organice además otras actividades, no hay”, explica el director de la Banda Sinfónica de la Agrupación.

Hay músicos que nacen y músicos que se hacen, no duda en hacer esa afirmación. “Eso de que hay que tener buen oído es un mito, porque el oído se trabaja también como el resto de los órganos; no se puede decir cuando alguien es pequeño eso de que ‘no sirve para la música’; pero sí es cierto que hay personas que tienen condiciones especiales para ella”, reconoce.

En la escuela de padres y mayores hay mucha gente, que aprende música con los niños y lo hacen juntos. En la banda de la escuela hay niños y jubilados. Y es que tienen alumnos que van desde los 3 años de edad hasta más de los 50.

En su día a día, no se limitan a los instrumentos de una banda, porque también dan guitarra, piano, chelo... La percusión, por ejemplo, gusta mucho a los más pequeños. También hay quienes empiezan con un instrumento y luego cambian a otro.

De quienes han pasado por allí, Navarro recuerda a bote pronto a un trompeta que es profesor en el cuerpo de la Junta, David Almécija; un trombón, que es Carlos Caro, y que está en Islandia tocando en una orquesta. También a Cristina Ventoso o Paco Cañabate, este último en Alemania. De su alumno Rubén González también se acuerda:  “no para de tocar por todos sitios. Ha salido de aquí, terminó su carrera y es profesor en varias escuelas y también en esta, además de dirigir la banda de Pechina”.

No solo se trata de enseñar, sino también de lucir lo aprendido y ensayado, por eso las bandas dan conciertos:  en Alemania, Holanda, Canarias, La Coruña, Valencia, Tarragona, Navarra... La actividad es ingente. Y también hacen intercambios con buenas bandas, que vienen aquí a tocar, a Almería.

Como hay muchos padres de implicados con la Agrupación no se olvidan de cultivar la socialización y no se dejan de lado las rutas por la provincia, las tardes de bocadillos, y todo lo que acabe sumando y haciendo que la familia musical sea cada vez mayor.
María del Mar de Haro, presidenta de la Agrupación está muy orgullosa de estar donde está y de ver tan buenos resultados.











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