Un almeriense rescata con vida a dos personas bajo las ruinas en Turquía

El bombero José Romero participa en una operación que salva la vida a una mujer y a su hija

José Romero, a la derecha, ante un edificio destruido en Turquía, este viernes.
José Romero, a la derecha, ante un edificio destruido en Turquía, este viernes. La Voz
Miguel Cabrera
18:15 • 11 feb. 2023 / actualizado a las 20:00 • 11 feb. 2023

Los últimos mensajes de José Romero a este periódico, después de dos duros días de trabajo en las ruinas dejadas por el terremoto de Turquía, parecían marcados por el desánimo. “Buenos días, después de una fría noche comenzamos a trabajar, ya prácticamente quedan pocas probabilidades de vida pero seguimos intentándolo”, nos decía este viernes.



Sin embargo, y a pesar de que ya habían transcurrido cinco días desde los fatídicos seísmos del 6 de febrero, el equipo de voluntarios en el que trabaja este cabo del Consorcio de Bomberos del Poniente -aunque él nació en Almería capital- ha logrado el ‘milagro’ de rescatar con vida a una mujer y a su hija, que se encontraban bajo los escombros de la ciudad turca de Adiyaman, una de las poblaciones más devastadas por el terremoto.



“Hemos colaborado con un grupo local y esta mañana se ha conseguido sacar a una niña y su madre de los escombros”, nos decía emocionado y con una inmensa satisfacción José, al filo de las 12,30 horas de este sábado, cuando la docena de personas -bomberos, sanitarios y civiles- que forman el equipo de búsqueda y rescate GEA, una ONG española, se preparaba ya para volver a España. Junto a él han viajado compañeros de Alicante, Granada y Cádiz.



 Objetivo cumplido 



“El rescate nos ha dado mucha alegría a todos y nos ha impulsado a continuar con más fuerza, porque al fin hemos visto cubierto el objetivo de la misión”, añadía minutos después. 



El equipo español se unió en el rescate de la mujer y de su hija a un grupo local en una zona de edificios destruidos, de forma que escarbaron “con palas excavadoras hasta que se tuvo la certeza de estar próximos a las supervivientes”.



Una vez que los rescatadores constataron que era así, empezó el trabajo 'manual' hasta llegar, por fin, a las dos víctimas, que milagrosamente estaban aún con vida después de cinco días bajo las ruinas. “A la niña la sacaron miembros del equipo local y después colaboramos en el rescate de la madre. La sacamos con camilla haciendo una ‘cadena de personas’ por los escombros”, continúa.



En un hueco El cabo Romero explica que la clave para que esta madre y su hija hayan podido sobrevivir durante cinco días bajo su edificio destruido ha sido el hecho de que no estaban atrapadas físicamente, sino que por fortuna habían quedado en un hueco entre los escombros, lo que les ha permitido contar con aire para seguir con vida todo este tiempo, aunque el bombero almeriense dice desconocer si en los cinco días que han permanecido así han podido comer o beber algo. 


Según José, ambas “se encontraban bien”, aunque para sacarlas fue necesario transportarlas con una camilla a través de esa cadena humana, ya que “es muy difícil andar sobre los escombros  llevando a una persona por la inestabilidad del terreno”. 


Con esta gran satisfacción de haber podido contribuir a salvar dos vidas, la expedición española se preparaba este sábado  para regresar, una vez que las posibilidades de encontrar a más personas con vida son ya mínimas, y de hecho en muchas de las ciudades afectadas en Turquía y en Siria se están realizando ya labores de desescombro. 


Más de 25.000 personas han fallecido por los terremotos, otras 85.000 han resultado heridas, y cientos de miles han perdido sus casas.


Contentos por el trabajo realizado
José Romero, de 52 años  ha descrito a este diario una situación dantesca desde el momento en que llegó a Adiyaman. “Hay muchos edificios colapsados, la gente está encima guardando lo que les queda y con la esperanza de sacar a sus familiares como sea”, nos decía el jueves por la mañana, poco después de aterrizar.

“La gente nos para pidiendo ayuda, que localicemos a sus familiares, nos dicen que que los han escuchado , pero no es así y algunos casos ya están fallecidos. Seguimos adelante, esperamos encontrar personas con vida”, nos contaba poco después.

Y este sábado, cuando se disponía a regresar, el cabo de los Bomberos del Poniente -lleva 22 años en el cuerpo- reconocía que volvía con “sensaciones dispares, por un lado de tristeza por lo que se ve y se siente en la población, pero contentos con el trabajo realizado, aunque siempre queda la duda de si se podría haber hecho algo más".

"Nos quedan varios días para que se asienten las emociones, para poder hacer una buena reflexión y aprender de esta experiencia para seguir mejorando en otras intervenciones", concluía horas antes de regresar a España.


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