En casa - Día 63

Aquí en España los políticos toman sus decisiones haciendo caso a lo que dice la ciencia, ¿no?

"Me estoy ya planteando que es momento de pasar yo a la fase calle".
"Me estoy ya planteando que es momento de pasar yo a la fase calle". Pixabay
Ricardo Alba
07:00 • 19 may. 2020

“En Nueva Zelanda la política está al servicio de la ciencia”. Estas palabras son de Luis Villa, epidemiólogo e investigador en el Middlemore Hospital de Auckland, la ciudad neozelandesa más grande. El científico asturiano (cuánto talento hemos dejado ir de este país) fue presidente de Médicos sin Fronteras. Luis Villa, que de esto sabe un rato largo, subraya la importancia de “tomar decisiones haciendo caso a lo que dice la ciencia”. Esto no sucede solamente en Nueva Zelanda, aquí en España los políticos toman sus decisiones haciendo caso a lo que dice la ciencia, ¿no?



Mientras escribo, Peter Gabriel, que baila arrimadito a Kate Bush, amplifica ‘Don't give up’, ‘No te rindas’. No, Peter, un paso atrás ni para tomar impulso. Verás, Almería superará el venidero día 25 la fase I para entrar en la II. Para entonces, me estoy ya planteando que es momento de pasar yo a la fase calle. De momento no tengo plan alguno, no sé si lo haré al estilo del Papa que besa la tierra cada vez que desciende del avión vaticano. Para mí que el beso es, por una parte muestra de afecto, y, de otra, por haber llegado sano y salvo. Lo que si sé, es que recordaré aún más a los que se han quedado en este terrible camino y, naturalmente, a cuantos se han dejado media vida en salvar vidas. Después, ya se verá.



El amigo Peter Gabriel ha sido secuestrado. No le escucho. En su lugar, una voz de mujer dice algo así como: Yo perreo sola (hmm, ey), yo perreo sola (perreo sola, jaja, hmm, hmm), yo perreo sola (jaja, hmm, ey), yo perreo sola (perreo sola) (okay, okay), ey, ey, ey. Desde el balcón de enfrente, Dama, la dálmata que parece un jarrón de porcelana, mueve la cabeza de un lado a otro como queriendo decirme que esto no va con ella, que no. Y la creo.



¿Cuánto vale una vida humana? Vaya, qué pregunta. La hacía y la respondía el pasado sábado Pablo Pardo, colega y corresponsal de El Mundo en Washington. Viene a decir en resumen, que “el Panel Intergubernamental del Cambio Climático de la ONU tuvo que retirar apresuradamente su valoración de la vida del ser humano en un millón de dólares si éste vivía en un país industrializado, y de sólo cuatrocientos mil dólares si lo hacía en el mundo en desarrollo”. Por esa regla de tres los viejos y los pobres valen menos. Tras esto hay que tomarse un respiro. A veces, pocas la verdad, cavilamos acerca del valor de la vida de una persona. Generalmente hacemos la valoración cuando esa persona querida nos falta. No hay importe económico que indemnice la ausencia y no puedo imaginar en cuánto tasar el dolor de las familias que en estos tiempos no han podido estar cerca de los que ya no están.



¿Porqué estas preguntas las hacemos en tiempos difíciles? Supongo que cada cual tendrá su respuesta. De momento, buscaré la mía aquí porque yo, sin dudarlo, me quedo en casa.






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