“Nunca pensé que viera un día con solo 3 ó 4 librerías en Almería”

Entrevista con la escritora Mar de los Ríos

Mar de los Ríos, escritora y colaboradora de La Voz, fotografiada durante la conversación.
Mar de los Ríos, escritora y colaboradora de La Voz, fotografiada durante la conversación. Juan Sánchez
Antonia Sánchez Villanueva
23:45 • 28 abr. 2019

Es una de las escritoras de más prestigio de Almería, con una docena larga de novelas, a las que se suman relatos, alguna incursión en poesía y colaboraciones en prensa. Entusiasta, disciplinada y positiva, su vida no se entiende sin la Literatura, aunque sus jornadas laborales transcurren entre planos. De joven soñaba con ser actriz. Y ya escribía. Mucho. Plasmar su universo personal en los diarios adolescentes fue, junto con la lectura de las grandes autoras anglosajonas, su entrada a la Literatura. Sin embargo, estudió Arquitectura Técnica y ejerce esa profesión. 



¿Cómo se transita de esa vena artística a aparejadora?



Con mucha disciplina. Como si te hubieses metido en un convento y dices tengo que estar aquí porque mi padre me lo ha dicho, tener una profesión y quitar un problema en una casa con pocos medios. Hacer lo que se supone que se espera de mí, que es un poco la historia de la mujer en los años 80. Cuando acabo lacarrera y apruebo unas oposiciones con 22 años en Diputación, vuelvo a rescatar esa faceta porque me aburría. Y me sigo aburriendo como una mona. 



¿En el fondo eso de los planos no le motiva?



Intento ponerle ilusión, soy muy positiva, pero en la administración, cada vez más, esa ilusión me la tengo que inventar. 



¿Porque coarta la creatividad?



Totalmente. Cuando me trasladaron a la Alpujarra me fui pensando que era una desgracia, pero me vino muy bien. Yo hacía informes de ruinas que eran relatos de miedo. Veía los fantasmas por las ventanas y me decía yo a esto le tengo que dar otra salida porque me van a echar. Allí empecé a escribir seriamente.



¿Para evitar que la Literatura se inmiscuyera en su vida profesional?

Para que no me echaran. Si no le doy salida a mi vena creativa hubiese sido una persona deprimida, pero de tratamiento. Fui muy disciplinada pero me equivoqué totalmente.


 ¿De la escritura no se puede vivir?

En absoluto. De la escritura en este país viven cuatro. Y para planteártelo tienes que ser de familia pudiente. Federico García Lorca no hubiese sido nunca Federico García Lorca si no hubiese sido de una familia que le decía venga, un año más en Madrid. En una familia humilde no te puedes plantear el artisteo a no ser que te lances al ruedo como un Antonio Banderas,  y hay que ser probablemente hombre también. Desde luego de la escritura no se vive en España. Se publica más que nunca pero se vive menos.


¿Cómo es esa paradoja?

Porque los escritores que sí viven de esto vienen quizás del siglo XX, que es cuando se vivía de esto, copan los premios y todo porque de algo hay que vivir. Ya no hay ninguna posibilidad de ser escritor de provincias por decirlo así y que alguien te descubra...


… Y mujer…

Y mujer, porque los catálogos siguen siendo masculinos, porque los premiantes siguen siendo masculinos y porque el poder, como tú sabes, sigue siendo masculino. 


¿Hay una literatura femenina maldita o está maldita la literatura femenina?

Está maldita la literatura femenina. A mí me enfada mucho que las cosas que hacemos las mujeres con voz de mujer, nos conminen al día de la mujer o al de la violencia de género, que te llamen esos días y el resto del año parece que no tienes nada que decir, que la perspectiva femenina del mundo es un cajón que se abre un par de meses al año. Hay que superar eso. 




¿Es una etiqueta que adoptan los políticos porque se ha puesto en la agenda?

Claro, y está muy bien que se ponga en la agenda, es un paso más. Pero a los hechos me remito. No hay una sola candidata mujer, ni siquiera los asesores de los candidatos en los debates, es muy triste. El mundo sigue siendo masculino, de la derecha a la izquierda pasando por el centro. Y ahí estamos, dejándonos engañar o no, depende del día, porque reivindicar todos los días es muy cansino. 


¿Pelea perdida?

Pues no, por mi manera de ser no es perdida. En estos 30 años de adulta he notado un cambio en positivo pero todo es tan lento, nadie nos va a dar nada si no somos más vehementes, no podemos tener el buenismo que tenemos. La frase esa de ‘poco a poco’, que ponemos las mujeres me toca las narices. Poco a poco no, ya. Eso es políticamente incorrecto.  


¿El mundo de los círculos literarios es un lobby penetrable o impenetrable?

Impenetrable. Y si lo penetras es desde dentro. El amiguismo funciona mucho. En lo que se publica en el siglo XXI no veo calidad porque también estamos en las redes sociales y el propio siglo XXI va como una moto. La calidad requiere tiempo para escribir. Tener alguna relevancia literariamente hablando requiere tiempo. Las editoriales se equivocan cuando buscan gente de Instagram. Puedes tener tu catálogo de gente de usar y tirar o de gente que hable de medias, o de bañadores, pero la Literatura yo pensaba que era otra cosa. Por eso a mí me gusta leer sobre todo a autores y autoras del siglo XX. 


¿Qué es la Literatura?

Es una manera de ir por la vida. Es una soledad gestionada, que le das una salida emocional.  Es una manera de vivir y eso requiere su tiempo, y sus fallos y su rectificación. Y requiere fracasar. Las editoriales se equivocan habiendo girado hacia la inmediatez. 


¿Todos esos best seller, y literatura de encargo...?

Bueno, tendrá su público y es respetable desde el punto de vista de que cada uno lee lo que le da la gana, evidentemente. Pero a mí no me interesa en cuanto que no me aporta lo que yo quiero que me aporte un libro, que es emoción, conocimiento, sabiduría de gente que tiene incluso una edad. El Quijote lo escribió un señor con cincuenta y tantos años. La sabiduría que tiene el Quijote no la puede tener un chico de 20 años o de 30. 


¿Y el mundillo de los premios? ¿Usted los ha recibido?

Bueno, alguno, tampoco me dedico al premio. Para que te premien tienes que dedicarte al premio, que es otro submundo.


¿Otra carrera literaria en sí misma?

Pues sí, es una carrera en sí misma que tampoco estoy dispuesta a hacer porque escribes un poco a medida. Gente que gana muchísimos premios no sé muy bien por qué. Y, sin embargo, sin premios tampoco tienes relevancia. Pero es que he llegado a la conclusión de que hoy en día la relevancia viene por otros sitios que no tienen nada que ver con los concursos a los que yo pueda aspirar. 


¿Es una idea romántica esa de que se escribe un libro bueno, se manda de manera anónima a un premio y, si gana, se convierte uno en escritor famoso?

Yo no quiero dar la idea de que no pueda pasar porque también estaría matando mi propia posibilidad de que algún día me pasase. En España no ha dado tiempo de que la literatura cale en la clase media. Han llegado las redes sociales casi al mismo tiempo que el hábito de lectura. El Círculo de Lectores hizo mucho en los años ochenta.




¿Las redes sociales están destruyendo nuestra capacidad de lectura?

Totalmente y no sabe quien se deja manipular de esa manera lo que está perdiendo. Es como si ibas al gimnasio mental y has dejado que te convenzan para dejar de ir al gimnasio y quedarte en el sofá. Estás perdiendo una capacidad de crítica y una agilidad mental impresionante, y paciencia, y retentiva. Al que le gusta la lectura ensancha su vida, visita otros mundos, visita otros siglos, tiene amigos ficticios e incluso mantiene diálogo interior con ellos. 


¿Y qué papel juega la autopublicación o autoedición?

También es un fenómeno del siglo XXI. Es verdad que un anhelo humano es querer escribir un libro. Yo eso lo entiendo. Lo hagas mejor o peor, ¿quién le pone puertas al campo?¿quién dice que lo que es bueno y lo que es malo? Antes eran las editoriales, pero las editoriales lo que ahora quieren es que le lleves los clientes, se han convertido en meros transmisores. Al que hace el libro no solamente no le vamos a pagar sino que nos va a traer los clientes, o incluso se paga él la edición. Además nos va a traer a su grupo de amigos de Facebook, a su familia, nos va a traer ya mil libros vendidos. Ese es el fenómeno de la autopublicación, que ha hecho también soñar a todo el mundo engañosamente que todo el mundo sabe escribir un libro. 


¿Ha dado pie a un fenómeno de literatura low cost?

Sí, yo pienso que sí. La Literatura está ahí en medio, nadando. Antes a lo mejor estaba demasiado encapsulada. Pero es que ahora hay un embarramiento entre lo bueno y lo malo, lo regular y la autoedición que ha invadido las librerías. Por otro lado, si tampoco las grandes editoriales te van a echar cuentas, si no estás metido en el negocio, entonces ¿cómo puedes? Porque dentro de la autopublicación habrá gente que no esté mal y que salte al otro lado. Pero ahora el sistema te exige que tengas dos mil amigos en cada red social, que les dediques tiempo… Y luego están las grandes figuras que no tienen redes sociales ni falta que les hace.


¿Hay algún modo de incentivar la lectura entre los jóvenes?

Están los profesores motivados que podrían hacer mucho, pero el sistema educativo también es una cosa a revisar en este país con un pacto de Estado serio. La gente no está motivada en general.  Estamos en un momento de crisis importante y una de las cosas a solucionar con urgencia es el sistema educativo y sacar de los jóvenes lo mejor de ellos mismos pero quizás con otra metodología, y tener profesores motivados.


¿Y por qué es tan difícil llegar a un pacto de Estado de Educación siendo algo que todos reconocemos como fundamental?

Porque no tenemos cultura de grupo . En el mundo anglosajón tienen más.  Aquí somos un país de quijotes y de suertudos. Quizás el descubrimiento de América nos hizo mal en ese sentido, creamos la cultura del nuevo rico, del individualismo y del pelotazo y todavía la llevamos arrastrando. Para sentarnos a ponernos de acuerdo en pos de un objetivo no estamos dispuestos. Y se fomenta el amiguismo en los trabajos. En estos 30 años he visto cómo se evoluciona a peor. El éxito y el mérito no se van a sentar nunca a hablar en este país. 


¿Cómo se soluciona?

Con educación, con educación y con educación. Tenemos grandes problemas en este país. 




¿Ve líderes capaces de solucionarlos?

No. Sobre todo cuando siguen empecinados en quitarse a la mitad de la población de encima. Es muy triste pero es así. Los ojos de mujer hacen falta ya. 


¿Las ferias del libro aportan algo a la causa?

Yo me alegro de que les aporten sobre todo a los libreros, porque sin librerías estamos muertos. Si solo compramos libros por internet dejamos de ser comunidad. Ahora bien, no es un sitio que me haga especial ilusión, pero respeto y comprendo que haya autores que sí. Y, sobre todo, las librerías que es parte importante de su venta. 


Cuando una librería cierra, ¿qué se cierra?

Se cierra una puerta a todo lo que hemos dicho que es la literatura, una puerta a la crítica social, a la gimnasia mental, a conocer universos, a la libertad. Se cierran muchas puertas cuando se cierra una librería. Nunca pensé que iba a vivir un día en que viese que en Almería capital hay nada más que tres o cuatro librerías a las que ir. Y, fíjate, lo estamos viviendo. 


¿Sobrevivirán a Amazon?

Sí, sobrevivirán, incluso espero que abran otras pero llegan tiempos en los que hay que ser valientes para muchas cosas. Y necesitamos el espíritu de grupo, necesitamos ser comunidad para todo lo que interesa de verdad. Estamos muy confundidos sobre lo que es importante y lo que es prioritario. Vamos muy rápido por la vida. Creo que necesitamos una gran reflexión, que no sé si vendrá de una gran catástrofe. 


¿Necesitamos deternos más?

Necesitamos un problemón gordo que nos caiga en la cabeza para pararnos. La gente lo dice cuando tiene una gran enfermedad o un accidente de coche, y dice… pero tú no sabes lo que me ha cambiado la vida desde el punto de vista humano. Eso es trasladable. Estamos en una crisis social, todo hace un poco aguas. Los filósofos al poder (Risas)… ahí está Don Nicolás [señala la figura de Nicolás Salmerón en Puerta de Purchena]. 


¿Qué tipo de escritora es, de impulsos, de trabajo cotidiano?

Yo soy constante y disciplinada. Como te decía, yo habría sido una gran monja. Lo que yo he intentado enseñarle a mis hijos y a la gente joven es que no se llega a la excelencia  sin disciplina y sin un tiempo. Y no me refiero al brillo social, sino al trabajo del que tú estés satisfecho. Para eso también te tiene que apasionar algo y que no te afecten mucho ni los brillos ni los fracasos sino que sepas por qué haces las cosas. 




¿Es de ir tomando notas?

Sí, sí, sí. Para ser escritor tienes que ser primero un gran observador. Ahora bien, luego tienes que saber qué quieres contar, trabajar en tener tu propia voz y después está el arte de la poda, como decía Ángeles Caso. Tú puedes escribir mil folios, pero mal vas si te parecen todos buenos. Y hay que dedicarle mucho tiempo también a leer a los que han escrito antes que tú. En definitive, hay que leer, hay que escribir, hay que podar, y después de todo eso, si te queda algo que te emociona, pues has hecho un buen trabajo, independientemente de la proyección que tenga que probablemente será poca o nada. El arte es así de ingrato. 


¿Cuáles son sus referentes literarios imprescindibles?

La Literatura del siglo XX y XIX, las grandes escritoras anglosajonas tipo hermanas Brönte, Jane Austin, Harriet Beecher Stowe (La cabaña del Tío Tom), todas fueron mis lecturas de adolescente. Leo poco del siglo XXI, tengo que decir. Sobre todo mujeres nacidas en el siglo XX y que siguen escribiendo porque tienen esa manera diferente de escribir, con ese poso, con esa no inmediatez, la sabiduría de la gente madura que viene de vuelta, eso tiene un valor que a mí me fascina. Además yo también soy vieja ya (risas) y estoy en ese siglo XX un poco nostálgica. 


Los años dan perspectiva.

Exactamente, esa perspectiva que te da profundidad y bagaje. Y creo que con los años también estás al margen un poco del éxito y de que te puedan poner likes.


¿Cómo ha sido de grande la injusticia a la literatura hecha por mujeres?

Muy grande. Que JK Rowling tenga que poner JK para que la publiquen tiene un valor de análisis; que Harry Potter sea el héroe y no Hermione, que es la chica con la que ella se identificaba tiene una intencionalidad. ¿Injusticia? Toda la del mundo. El tema es que lo seguimos viendo con naturalidad. Tan triste sería decir este escritor es bueno pero lo quito para poner a una señora, como que por ser señora se te cierren  puertas, como dando por hecho que tu literatura es de una calidad inferior o un subgénero cuando los lectores son más bien lectoras. ¿Por qué? Pues porque el poder está en manos de quien está. 


En una ciudad como Almería, ¿qué reconocimiento hay a los escritores?

Hay muchísimos escritores. Cuando empecé hace casi veinte años estaba Pilar Quirosa como mujer y los escritores de los cincuenta, Julio Alfredo Egea, que tenía ya una edad y hay ahora mismo un resurgimiento con la autoedición. No sé qué calidad tendrán, pero sí que hay un nutrido grupo de gente que escribe. Viene bien siempre para una ciudad porque mueve culturalmente a la gente. 


¿De lo que ha hecho de qué se siente más orgullosa?

De no haber perdido la fe en seguir escribiendo. Pienso que con el tiempo lo haces cada vez mejor. Y cuando conecto con la gente joven, y le hablo a través de mi obra de esas mujeres del pasado a las que no hemos tenido acceso. Me interesa ser el eslabón emocional. Me da mucha más satisfacción que el ego propio de decir tu libro  es de los más vendido o menos vendidos. 


Su última obra, Con el viento en los zapatos, historias de mujeres publicadas en La Voz, ¿le ha servido para ser ese eslabón emocional?

Sí, lo disfruto. Hablarles de estas mujeres y decirles te voy a contar quién era esta señora que tantas cosas hizo por ti, aunque tú no lo sepas, y quizá tú puedas hacer algo por los demás. Poner un poco la sociedad en movimiento. Es lo que nos hace estar vivos, no nos podemos parar a que nos den las cosas masticadas, un poco lo que pasa en este siglo XXI que estamos como adormecidos. Al final te conformas con que te den como al ganado. Pero es que el ser humano no es eso.  



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