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Cómo nació y sobrevivió el bar almeriense donde comieron los grandes del flamenco

Surgió del amor al mar, a la gastronomía, a la tierra almeriense y a su gente: así lo atestiguan sus paredes

Mari Carmen Hermoso junto a su hija Raquel, al frente -junto a su esposo y padre- del Bahía de Palma.Elena Ortuño

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En pleno centro de Almería, en la Plaza de la Administración Vieja y haciendo esquina con la calle Mariana, una fachada de piedra y un letrero con tres letras en mayúsculas saluda a todos los almerienses desde hace más de seis décadas. Hogar de los amantes del Athletic de Bilbao, meca de la comida de 'toda la vida' y origen en Almería de las patatas a la paja, el Bahía de Palma rezuma historias de vida por cada palmo de su abarrotada pared.

Y es que este mítico bar parece haber sucumbido a un horror vacui que narra con familiaridad y tradición la historia de su vida. No queda ni un solo centímetro de muro que no esté decorado con algún cuadro, fotografía o cartel; imágenes desde las que personajes tan conocidos como Tomatito, Enrique Morente o Camarón revelan sonrientes el gran vínculo que esta casa de la gastronomía almeriense tiene con el flamenco.

Todo comenzó en el mar

El Bahía de Palma huele a comida casera y recién hecha, pero también a salitre y a mar. Y es que, como su propio nombre revela, se trata de un establecimiento que mucho tiene que ver con el Mediterráneo y el basto océano. Así lo susurran en un chivatazo velado varios nudos marineros enmarcados en madera o una gran fotografía del buque escuela Juan Sebastián de Elcano; barco en el que hizo la mili Diego García Cazorla, fundador del restaurante.

"Antes en Almería no había tantas oportunidades de trabajo como ahora, así que Diego y su hermano se iban a Palma de Mallorca a trabajar todos los veranos. Con el dinero que ganaron, decidieron montar un bar, aunque tiempo después su hermano se desligó del negocio", cuenta Mari Carmen Hermoso, actual propietaria del Bahía de Palma junto a su marido y su hija.

Su bautizo llegó de la mano de una vecina de Pescadería, a quien Diego preguntó de pasada: "'¿Pero tú no habías estado en Palma de Mallorca? Pues llámalo Palma', le dijo. En 1963 surgió el bar y desde ahí hasta hoy. Siempre en el mismo lugar", afirma con orgullo la cocinera.

También en la carta se refleja ese vínculo innegable con lo náutico. Además de recetas tan tradicionales y auténticas como la marraná de pulpo, el Bahía de Palma adoptó desde sus inicios algún que otro plato único en Almería: "Uno de nuestras tapas estrella son las patatas a la paja. Diego trabajó en la cocina del Sebastián de Elcano y era lo que les servía a los oficiales. Cuando llegó aquí decidió añadirle jamón para darle un poco más de chicha".

Unos clientes inigualables

Enrique Morente, Salmerón, Israel Fernández, El Niño de las Cuevas, Tomatito, Antonia de Pescadería, los hermanos Gómez... todos son nombres de grandes del flamenco y de la tierra que pasaron en algún momento por el Bahía de Palma. La melomanía flamenca se alcanzó, en parte por el gusto del dueño por aquel mundillo, en parte por su ubicación: "En la Plaza Vieja antes se hacían todos los festivales de flamenco de Almería. El bar se convirtió en parada obligatoria. Venían y se ponían a cantar".

En esta misma línea, todos los años -el 22 de diciembre- los almerienses tienen una cita con la zambomba flamenca que organizan en el bar, honrando su vínculo con el género musical y con los clientes de toda la vida: "Es como un regalo que le hacemos a la gente por su fidelidad durante el año".

Aunque el flamenco es un elemento caracterizador del espacio, el bar nació antes como peña de fútbol que como club de cante. "Diego era del Athletic de Bilbao, que en aquella época era uno de los clubes más punteros. En el 76 vinieron aquí a Almería para inaugurar el Juan Rojas y se pasaron por el Bahía de Palma", afirma la cocinera.

Cartel colocado en la fachada del Bahía de Palma recordando el inicio de los Juegos del Mediterráneo.

Cartel colocado en la fachada del Bahía de Palma recordando el inicio de los Juegos del Mediterráneo.Elena Ortuño

Como aquellos jugadores de la década de los 70 también dejaron su huella otros nombres relevantes de la escena cinematográfica, especialmente a partir del despegue de la edad dorada del cine en Almería. "Venían a grabar y pasaban por aquí. Más recientemente también han pasado nombres propios como José Sacristán".

Un bar de generaciones

Para Mari Carmen el suyo es "un bar de generaciones". A lo largo de su trayectoria, la almeriense ha visto cómo los nietos que acudían a sus mesas de la mano de sus abuelos celebraban más tarde su 18 cumpleaños en la barra del bar: "Esos niños hoy se han convertido en padres y traen a sus hijos. Cosas como esta son las que nos impulsan a seguir adelante", revela con emoción contenida Hermoso.

El inevitable paso del tiempo también se ve reflejado en otra de las fotografías de la pared, que reza "Ginés y sus amigos". En ella, un grupo de hombres de avanzada edad sonríe afectuosamente ante la cámara alrededor de una de las mesas del local. Aunque algunos ya han fallecido, aún permanece en la memoria de Mari Carmen los verdaderos debates ciudadanos que se entablaban todos los jueves en el restaurante: "Eran muy distintos los unos a los otros y hablaban de todo. Su tertulia era una clase de universidad abierta. Tanta sabiduría reunida...", recuerda con cariño.

El relevo generacional es el causante de que hoy el mítico Diego García no esté tras la barra. Marí Carmen, su marido Ramón y su hija Raquel son los que mantienen en la actualidad el alma del bar que tanta vida ha insuflado a los almerienses. "En 2005 Diego, que era como de la familia, nos ofreció relevarlo. Él se jubilaba y su hijo no se podía hacer cargo. Nosotros teníamos experiencia en cocina y aceptamos encantados".

62 años después de su apertura, el Bahía de Palma sigue ofreciendo platos de cuchara, arroces por encargo, migas, calamares en aceite nacional, rabo de toro y un sinfín de deliciosos platos; todos elaborados como sus abuelos enseñaron a Mari Carmen y rodeados entre famosas historias y secretos enmarcados en la pared.

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