Cuando se abrieron las puertas de Santa Teresa a las ocho en punto de la tarde se transmitía desde el interior un profundo silencio y muchos sentimientos entre los cofrades por volver salir a la calle y mostrar a los almerienses al Cristo de la Caridad, después de tres años.
Como suele ser habitual en este barrio de oliveros los vecinos se echaron a la calle y salieron a los balcones para arropar a la hermandad de Caridad, que se disponía a hacerse con las calles de Almería.El recorrido por la ciudad lo realizaron en profundo silencio y recogimiento solamente roto por la música del trío de Capilla Bam y las voces del cuarteto vocal Anacrusa.
El paso de misterio es una sublime representación de los últimos instantes de la presencia humana de Cristo en la tierra en los que muerto, es trasladado al sepulcro medio envuelto en una sábana blanca a manera de mortaja.
En estos años de pandemias la hermandad ha continuado con una vida muy activa a la vez que han centrado su esfuerzo en su nueva casa de hermandad en calle Aráez Pacheco, a escasos metros de la Iglesia de Santa Teresa, donde radican canónicamente desde hace 8 años.
La hermana mayor, María Botella Gil, comentaba que han adquirido la nueve casa de hermandad  para integrarse en el barrio donde están asentados desde hace años, lo que ha supuesto un enorme esfuerzo.