“Echo de menos salir de los toros y correr a la redacción ”
Después de treinta años escribiendo de toros, Benjamín Hernández dejó el año pasado la pluma y el papel para convertirse en presidente de la Plaza de Toros de Almería

Benjamín Hernández, preparado para presidir los festejos taurinos. La voz
Es un tipo de los que se comprometen de lleno con aquello en lo que se embarca y además, un señor de palabra. Ha sido concejal en la oposición en Roquetas, actividad que compaginaba con su oficio de docente en un centro educativo de Roquetas. Desde el año pasado es el presidente de la Plaza de Toros de Almería.
Llega a la cita con el móvil en la oreja, algo que parece ser la tónica de los últimos meses. Lo apaga para nuestra charla en la que inevitablemente hablamos de toros. “La primera vez que fui a los toros tenía once años, fue en la plaza de toros de Almería y aún conservo aquella entrada”, explica Benjamín Hernández. Esa fue su primera experiencia con los toros.
Entonces vivía en Almería pero trasladaron a su padre a Salamanca y allí hizo amistad con algunos ganaderos, “con eso del ligoteo asistí a algunos festejos en el campo, me daban volteretas las vacas… Por aquel entonces se creó la escuela taurina de Salamanca y me apunté, no para ser torero, sino para aprender. Tengo el carné número 5”, narra emocionado.
Crítico en LA VOZ
Con tan sólo 16 años empezó a escribir crónicas taurinas y “como venía de veraneo le pedí al redactor jefe de LA VOZ DE ALMERÍA que me dejara escribir una columna y así poder tener la excusa perfecta para que la empresa me diera un pase para poder ir a la plaza”. Luego la cosa tomaría más importancia y formó equipo con Jacinto Castillo, con los recordados ‘Indalecios’… Según afirma Hernández, “fueron años gloriosos de ilusión, de juventud, pero también de mucho esfuerzo y de mucha responsabilidad”.
En un momento de la distendida conversación Benjamín se emociona. Es al recordar el momento en el que se despidió de sus compañeros de los medios para pasar a presidir el palco de la plaza, un encargo este del entonces presidente, Marcos Rubio. “Le dije: ¿cómo es posible que me propongas a mí este puesto, con la caña que te he dado a ti como presidente? El me respondió: tortura china”.
Y desde entonces cambió el oficio de plumilla por el de presidente del coso de la Avenida de Vilches, dejando atrás treinta años de crónicas taurinas. “Echo de menos salir de los toros con la adrenalina cargada rumbo a la redacción del periódico a llenar páginas”, dice con algo de nostalgia y vuelve a reconocer que “como cronista he sido muy exigente conmigo mismo y muy exigente con la empresa y los toreros”.
El trabajo del presidente
El presidente debe hacer un seguimiento de la temporada, de los toreros, de las ganaderías, de los carteles y de las reatas, amén de organizar el callejón, a las más de cien personas que deben estar en él, con sus acreditaciones “y sobre todo, tres días antes de la primera corrida de toros, cuando asoma el primer pitón por las instalaciones de la plaza de toros podemos decir que empieza el trabajo duro”, señala.
Pero no todo es sacar un pañuelo. “Tengo las ideas muy claras, me puedo equivocar o puedes compartir mis decisiones, pero se que no puedo fallarle al aficionado, el presidente defiende los intereses de todos, de aficionados y profesionales”. Hablando de aficionados, él se considera uno muy bueno y dice haberse sentido muy apoyado en las decisiones tomadas.