Almería guarda verdaderos tesoros cuyo origen muchos desconocen. Incluso, al tenerlos delante, no siempre se percibe la importancia de lo que se está viendo.

Esto ocurre con frecuencia en las iglesias. Donde muchos podrían pensar que, siendo la entrada gratuita, no habrá nada en su interior especialmente relevante, la realidad es bien distinta, ya que albergan auténticas joyas. Un buen ejemplo es el regalo que engalana a la Virgen del Mar desde hace más de 160 años.

La imagen de la Virgen del Mar, custodiada por su Hermandad, es una talla gótica policromada al óleo, de gran antigüedad y valor. Su relevancia justificaba que contara con un ajuar digno, y así lo entendió en el siglo XIX la dama camarera Doña María del Mar Bourt y Entrena, quien le donó un conjunto completo.

Pero la pieza más significativa llegó de manos de un personaje tan ilustre como controvertido en la historia de España: la reina Isabel II. En 1862, durante su visita a Andalucía y Murcia, la monarca pasó por Almería y quiso dejar un obsequio especial a la Patrona: el Manto Regio.

Este valioso y delicado manto conserva una inscripción con los nombres de Isabel II y Don Francisco de Asís, junto al deseo de que se entregue a “Nuestra Señora del Mar de la Ciudad de Almería”. También figura el año de la visita, 1862. Su decoración destaca por los bordados florales, que aportan textura y matices dorados y amarillos sobre un fondo de hilo perlado.

El paso del tiempo provocó su deterioro, pero ha sido restaurado. En 2006 volvió a lucirse en público: primero en una exposición y después vistiendo a la Virgen del Mar en la procesión del 28 de agosto. Más recientemente, en 2024, formó parte de la muestra Arte y Devoción en Andalucía: Hermandades y Piedad Popular.