Narcos en Almería, Adra, El Ejido y Roquetas: realidad, no una serie de Netflix

Carta del director

Narcolanchas en Los Genoveses.
Narcolanchas en Los Genoveses. La Voz
Pedro Manuel de La Cruz
19:59 • 09 mar. 2024

La presencia de una decena de narcolanchas varadas durante dos días en la ensenada de Genoveses, sin que nadie las aprendiera y sin que, quienes las utilizan para trasladar droga o personas desde la otra orilla del Mediterráneo, encontraran el más mínimo obstáculo para, una vez vuelta la calma, salir a alta mar y continuar con sus acciones criminales es una hecho que insulta la inteligencia, agrede el sentido común, revela la situación de vulnerabilidad de la ciudadanía y muestra la alarmante situación de inferioridad con la que las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado se enfrentan a los delincuentes. Que quiénes tienen en esas embarcaciones su principal instrumento para llevar a cabo acciones delictivas de tan alto calibre sean capaces de burlar a todos los aparatos coercitivos de un Estado es sencillamente escandaloso.



Desconozco todo lo relacionado con la mar y la extraordinaria complejidad de la navegación. No pongo en duda que hubiese podido ser temerario llevar a cabo las aprensiones de las narcolanchas en medio de un oleaje de mar gruesa y un viento de peligrosísima magnitud. La vida de un agente de seguridad vale más que esas narcolanchas. Expertos tiene la navegación para calibrar los riesgos y decidir en cada momento y, en función de los parámetros que ellos utilizan, cuándo se debe hacer una operación policial y cuándo no.



Lo que es imposible asumir es que, una vez recuperada la calma en la mar, los delincuentes que buscaron refugio para sus narcolanchas pudieran retomar la actividad delictiva sin dificultad alguna.



Es una evidencia lamentable que las organizaciones criminales disponen de más y mejores medios para cometer sus acciones delictivas que los que cuentan Guardia Civil y Policía para impedirlo. Los cuantiosos beneficios que aporta el tráfico de droga y personas les hacen fácil el acceso a la tecnología y a los vehículos más modernos y rápidos para burlar la acción de las fuerzas de seguridad. Lograr escapar de una persecución en alta mar o dotarse de la tecnología más avanzada para desarrollar con la mayor eficacia sus acciones entra dentro de la lógica en una batalla entre fuerzas desiguales. No debería ser así, pero es.



Lo que no tiene ningún razonamiento soportable es que nadie adoptara ninguna medida para incautar esa decena de narcolanchas estableciendo un mecanismo de vigilancia y control que impidiera su huida pilotadas por quienes las van a continuar utilizando como instrumentos imprescindibles en su actividad delictiva. ¿Tan difícil era, una vez vuelta la calma y eliminados los riesgos, incautarlas? ¿Resultaba imposible, legal o técnicamente, no sé, que barcos de la Armada llegados desde Cartagena bloquearan la salida de la bahía? Demasiadas preguntas sin respuesta.



Lo que sí tiene cada vez una respuesta más contundente es la certeza que asiste a los que aseguran que la mayor presión policial en el Campo de Gibraltar está obligando a los clanes allí establecidos a trasladar su actividad hacia las costas de Almería. La secuencia de noticias relacionadas con el narco y el tráfico de personas se ha convertido ya en una constante; la presencia de las lanchas de Genoveses y la llegada de esas lanchas u otras a las playas de Adra o El Ejido o Roquetas está dejando de ser una excentricidad aislada.



Por si esta realidad no exigiese mayor dotación en medios humanos y técnicos en la lucha contra las narcolanchas patera, el aumento exponencial de las plantaciones de marihuana en casas, garajes y almacenes de la capital y la provincia dibuja una geografía de su cultivo en constante expansión. Como muestra de esa brutal expansión solo es necesario constatar el balance de Endesa en 2023: los enganches ilegales vinculados con las plantaciones de marihuana subieron un 90 por ciento en los últimos doces meses.



El cultivo de marihuana se está extendiendo con la solidez de una mancha de aceite. El problema es que aquella maceta inicial que algunos consideraban divertida está convirtiéndose en una arboleda y acabará construyendo un bosque en el que las mafias no bailarán al ritmo de Bor Marley, sino bajo el sangriento sonido de los ajustes de cuentas y los enfrentamientos entre bandas rivales. Paremos la música antes que el baile vaya a más.


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