La Ruta del Coral o el sueño de Alborán

Pocos conocen que este islote español pertenece a Almería

Jesús Ruz de Perceval
23:27 • 29 ago. 2023 / actualizado a las 23:48 • 29 ago. 2023

Despertábamos hace unos días con la noticia de que Marruecos invadía Ceuta y Melilla en la web y en el papel con la anuencia de nuestros políticos, ignorantes -o no- de que la conquista del relato es siempre antesala de la conquista física y real. Las zarpas alauitas quieren posarse también en nuestra isla de Alborán. Pocos conocen que este islote español pertenece a Almería, a su mítico y marinero barrio de Pescadería. Y ¿qué tiene que ver esto con la regata del Coral que se celebra estas fechas en aguas almerienses? Mucho. Les cuento:



Hace más de tres lustros, Juan Carlos Martínez “Witi” y un servidor, presentábamos ante el ayuntamiento el proyecto para instituir en Almería una regata de cruceros con vocación de alta competición y que sirviera, a un tiempo, para reclamar la españolidad y condición almeriense de la isla de Alborán, tan sola y tan abandonada en medio del mar de su nombre. Al que suscribe, henchido de amor a la vela y más a la patria chica, le indignaba que nuestra vecina Málaga llevara décadas celebrando con éxito una prueba similar, no por la victoria del deporte -que siempre congratula- sino porque usurpaban el nombre y, con él, la soberanía de la isla para los malagueños. Y es que en los cuentos, el relato es lo que cuenta. Si antaño nos robaron la denominación “Costa del Sol” que nació en y para Almería, ahora nos quitaban este pedacito de tierra, cima volcánica de una vasta sierra submarina, que a la visión del navegante se muestra como un gran buque o portaviones anclado en mitad de la nada. Es difícil saber cuánto hay de dejadez y cuánto de generosidad en el corazón de los almerienses.



Para otorgarle mayor solemnidad, los boquerones crearon la “Muy Distinguida Orden de Navegantes de Alborán”, honor que se otorgaba a aquellos que, tomando por babor la isla, consiguieran finalizar la travesía regresando a la península. Yo guardo con orgullo esa distinción, aunque más como recuerdo de haber salido airoso de una de sus más duras ediciones, en la que le vi los ojos a la Parca y el fuerte temporal nos dejó terminar sólo a unos pocos. No en vano Al-Boran significa tormenta y tempestad.



Ilusión Con aquella ilusión se inició la aventura de esta competición con salida y llegada en nuestro puerto. A nosotros nos apartaron del proyecto, cosa natural pues los políticos, siempre ávidos de fotos, necesitan figurar como creadores o inauguradores de lo divino y de lo humano, minucias provincianas que no empañaron la alegría de ver instituida, por fin, esta regata en Almería.



Sueño desvanecido Pero el sueño isleño duró poco y se desvaneció como lo hacen todas las ensoñaciones salvo las de la infancia. Bautizada con el nombre -algo cursi- de “Ruta del Coral”, la organización abandonó pronto su razón de ser, el objetivo Alborán, para sustituirlo por una serie de pruebas en nuestra bahía. Se adujeron razones de seguridad o su elevado coste económico. Es cierto que nadie querría estar en el Mar de Alborán cuando se enfurece, cuando sus olas golpean el casco como martillos de dioses y sus ráfagas de espuma barren la cubierta impidiéndote ver o respirar mientras rayos y truenos iluminan y ensordecen en la noche más oscura, o cuando, a la inversa, una calma chicha te roba todas las horas y el calor y un silencio clamoroso te abocan a la locura. Pero esas posibilidades eran, precisamente por tremendas, las que dotaban de espíritu a una regata en la que se compite contra uno mismo y a cada instante tienes que sacar lo mejor de ti, poniendo a prueba tu resistencia, ingenio o valentía. A la vez, allí comprendes el valor del trabajo en equipo de la tripulación y que sólo su hermandad te salva o que sólo su compenetración te otorgará el triunfo.



Aún descafeinada, esta Ruta del Coral que quiso ser de Alborán, en su XVI edición se muestra ya asentada en el circuito de la clase Crucero para recordarnos que la bahía de Almería es, sin duda alguna, el mejor campo de regatas de España. Promete, pues, pruebas tan alegres como lo es la feria, que estos días adornaremos con velas blancas en lugar de farolillos. Yo participaré con el ánimo encendido -y con la ilusión de recuperar algún día el trayecto original- sabiendo además que, no muy lejos, Witi estará formando a futuros patrones en el mismo barco con el que, años ha, tomábamos por babor nuestra Isla de Alborán. Buena travesía.





Temas relacionados

para ti

en destaque