Veinte años… y sumando

El camino que el PSOE almeriense espera transitar desde la oposición a la alcaldía ha acabado convirtiéndose en una metáfora contemporánea sobre el castigo de volver a empujar montaña arriba una pesada roca que siempre termina deslizándose cuesta abajo. Veinte años de oposición acumulan ya macerando errores contumaces, pleitesías ominosas y una innecesaria sobrecarga ideológica que repele al votante almeriense. Y no parece que nada o nadie sea capaz de invertir o modificar una dinámica que es incapaz de diferenciar el matiz ideológico de la furia tribal. No parece posible hablar de una mínima probabilidad de éxito cuando se presta más atención al exterminio de los linajes ajenos que a la mejora de los propios. Lo último, es decir, lo más reciente, es que la lista de la candidata de Pedro Sánchez por Almería, Adriana Valverde, y que fue presentada inopinadamente el pasado fin de semana con una inexplicable  pesquería de morralla y una matanza en Plaza Bendicho, no gustaba ni a la propia Adriana. Eso es al menos lo que se quiere trasladar ahora desde el propio partido, incómodos quizás por el nivel no ya de rechazo, sino de indiferente choteo con el que se recibió una secuencia de candidatos absolutamente desconocidos y en una configuración obsequiosa con las cuotas genéricas y deudora de la tasa establecida por el antifranquismo de guardia. Un disparate que sólo evidenciaba que más que ganar las elecciones, lo que querían los socialistas almerienses era ajustar cuentas entre ellas, ellos y elles. Pero el tema no tiene solución: si mantienen esa birria de lista es como para que desde el resto de partidos les envíen unas cajas de cava. Y si la cambian, como al parecer podría estar intentando a la desesperada la propia Adriana, pues aún peor, porque estaría demostrando un nivel de desorientación y falta de liderazgo que la incapacitaría, aún más, para optar a algo más que acumular meses cotizados en la plácida concejalía de la oposición municipal.