Cataluña: El atasco

Antonio Casado
01:31 • 13 may. 2021 / actualizado a las 07:00 • 13 may. 2021

Cuando lo que se impone es la lucha por el poder entre dos demenciadas cabezas del nacionalismo (republicanos de ERC y neoconvergentes de JxCat), saltan por los aires los tres ejes teóricos de la política catalana: el ideológico (izquierda-derecha), el identitario (independentistas y españolistas) y la mayor o menor propensión al diálogo entre diferentes (“seny” o “rauxa”).


Entonces lo que queda es un absurdo intercambio de pedradas con la mutua y recurrente acusación de que es el otro quien pone la legislatura al borde del abismo. Es lo que queda de su respectiva incapacidad para ponerse de acuerdo en una fórmula de gobierno de coalición que rescate a la sociedad catalana del conflicto permanente.


En esas estamos, pendientes de que la insensatez de sus líderes (Junqueras, Puigdemont, Aragonés, Jordi Sánchez...) no acabe en una repetición de elecciones, que serían las sextas en diez años. En público ambas partes lo descartan, porque sería el peor de los escenarios y dicen a todas horas que no se lo pueden permitir. Pero lo cierto es que la inestabilidad y el estado de bloqueo les paraliza. No solo en el terreno identitario, sino también en la diaria política de las cosas.



El caso es que cuando quedan menos de dos semanas para volver a las urnas si antes el candidato Aragonés no logra ser investido en el Parlament, las negociaciones de ERC y JxCat siguen bloqueadas (o seguían a la hora de escribir este comentario), tras la amenaza de los republicanos de gobernar en solitario con la complicidad de los “comunes”.


El escollo principal es la insistencia de Junts en transferir al llamado Consejo de la República (un artefacto político de Puigdemont) el control de la ruta hacia la independencia, que choca con la lógica resistencia de ERC a ser tutelada desde Waterloo. Otra pretensión de JxCat es la unidad de acción en Madrid. Es decir, que los de Junqueras se entiendan con los socialistas de Sánchez en el Congreso.



Los de JxCat quieren mandar como el primero aunque son terceros en la orografía parlamentaria del 14-F. Saben de la mala conciencia de los republicanos por no quedar como “traidores” (“¡Junqueras, traidor, púdrete en prisión”, le dicen los chicos de Pugdemont). Y lo están aprovechando con su falta de prisa por devolver a los de ERC la presidencia de la Generalitat ochenta y cinco años después.


El único partido que se pone del lado de la cordura es el PSC, presentando a Salvador Illa como alternativa constitucional al independentismo. “Para facilitar un gobierno independentista conmigo que no cuenten”, dice. Su lógica es inapelable: si los nacionalistas (“mentirosos y divisivos”) no quieren volver a las urnas, que se entiendan. Y si no se entienden, que dejen gobernar al ganador de las elecciones. Amén.




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