La marca verdiblanca del PSOE

Uno de los riesgos de la prolongación en el poder es la erosión de las fronteras que delimitan los ámbitos institucionales de los estrictamente partidistas, ya que la sigla particular no debe colonizar ni absorber a las instituciones que a todos nos pertenecen por igual. En este sentido, los lectores más memoriosos tendrán presente que no es la primera vez que me ocupo de la contrastada incapacidad de los socialistas españoles para marcar distancias entre su partido y las instituciones que gobiernan por mandato de los ciudadanos. Podría hablarles ahora de la bochornosa e ilustradora reconvención que la Junta Electoral acaba de hacer nada más y nada menos que al presidente en funciones, el socialista Pedro Sánchez, por hacer uso electoralista de La Moncloa, lo que supone una reprobación histórica en el desarrollo de nuestra democracia.

Pero no me ocuparé de eso, sino de la furiosa reacción de muchos socialistas andaluces ante el anuncio del nuevo gobierno de la Junta de Andalucía de sustituir el viejo logotipo institucional creado en tiempos del PSOE por otro diferente. Y ya conocen cómo funciona aquí la cosa: si lo hace el PSOE es “una oportuna modernización que expresa la adecuación de la identidad corporativa a la dinámica transformadora de la sociedad andaluza”, pero si lo hace el PP es “un derroche del trifachito.”

 Y es que el malestar de los socialistas se explica en que durante décadas ese logo ha sido la expresión gráfica del que quizás haya sido el principal lastre de Andalucía: la parasitación mutua entre el PSOE y la Junta, hasta formar esa amalgama desmedida e improductiva que conocimos como la Junta del PSOE de Andalucía. Un ente nebuloso en el que nadie era capaz de explicar dónde empezaba el partido y dónde terminaba la institución, y viceversa. Guarden este artículo para el día en el que, si eventualmente vuelven al poder, anuncien la inmediata recuperación del logotipo al que convirtieron en la marca verdiblanca del PSOE.