En busca del tapeo perdido (III)

Jesús Martínez Capel
07:00 • 01 nov. 2019

El anunciado artículo sobre la tapas de bodega va a tener que esperar porque, sometiendo a un arduo trabajo a mi memoria y con la colaboración de un par de amigos, hemos rescatado del olvido algunas tapas de los años 50 y 60, (creo que alguna de los 70), para añadir a la lista.


En nuestro entrañable bar “El 5º Toro”, Juan Leal ponía, aparte de sus clásicos montaditos de lomo adobado y su atún con morrón (esta última que aún ponen sus hijos Manolo y Curro), una exquisita “lengua estofada” que cocinaba primorosamente su mujer Conchita, y que, servida en rodajitas constituía un excelente aperitivo. También ponía unas tacitas de consomé, perfecto “maridaje”, como se dice ahora, para una copa de fino bien fría. Dos magníficas tapas para recuperar.


El bar “Mediteráneo”, en la Avenida de Vivar Téllez, (hoy Avenida de Cabo de Gata), un poco más allá del Garaje Trino, casi debajo del Cable Inglés y con los Talleres Carmona detrás, servía unas “almejas a la marinera” para chuparse los dedos, y después de chupárselos era obligado beberse el “caldillo”.



En “El Mesón” de la calle Altamira, esquina con Dr. Giménez Cangarguelles, Nicolás tenía un rosario de tapas a las que ponía nombre. “Apolo XII” o “Sputnik” eran algunas de ellas. Pero una de las más solicitadas era la “Massiel”: una tostadilla cubierta de atún con una capa de salsa de tomate y trocitos de jamón encima. Una virguería.


Hay algunas tapas que creo que no se podrán recuperar, ya que sus ingredientes vulnerarían hoy las leyes para las especies protegidas. Pero las recordamos porque tuvieron su vigencia en esos años y pertenecen a la historia del tapeo almeriense.



Manolo Toresano en su bar al principio de la calle de Regocijos, al lado de la Farmacia de Durbán,  ponía unos estupendos pajaritos fritos. Hoy está prohibida su captura pero hace días viendo un programa de Canal Sur, de esos que recorren los pueblos de Andalucía, visitaban un bar , no recuerdo dónde, que anunciaba en un cartel en su puerta “pajaritos fritos”.Recibió la inspección correspondiente y les exhibió la factura de compra de ¡ una granja que los cría para el consumo!


El famoso “Bar Imperial”, en la Puerta de Purchena, ponía unas cazuelitas de “chapas” con una salsa riquísima. Para los que no lo sepan las chapas son unos caracoles con aspecto antediluviano que se crían en los montes almerienses, alimentándose con tomillo y romero, lo que les da un sabor incomparable. El arroz con chapas era un plato típico de la cocina almeriense. Pero ha sido tanta su explotación que han estado a punto de desaparecer y son especie protegida.



La añorada “Barraquilla”, en el puerto pesquero, junto a la carretera de Málaga y enfrente del restaurante “El Puente de Hierro”, ofrecía su “mero a la vinagreta” que, aunque era cazón estaba buenísimo. Pero por lo que era más famosa era por su “chanquete”, bien frito, nada aceitoso para comer a “puñaos” con los dedos. Otra tapa irrecuperable. Son “pezqueñines”.


Creo que el próximo capítulo sí versará, por fin, sobre las tapas de bodega, pero sigo insistiendo (y no me canso) en pedir a nuestros numerosos bares almerienses que recuperen muchas de estas tapas perdidas que seguro que tendrían una gran acogida por el público. A lo mejor sería una buena idea que la plana mayor de la Capitalidad Gastronómica de Almería convocara un concurso de recuperación de tapas históricas antes de que acabe el año.


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