“Si la filosofía no ocupa su lugar, lo harán los charlatanes que no dicen nada”

Entrevista a Antonio Guerrero, fundador del colectivo almeriense Filosofía en la Calle

Guerrero fundó en 2015 el colectivo Filosofía en la Calle, que persigue devolver esta disciplina al espacio público [Rubén García].
Guerrero fundó en 2015 el colectivo Filosofía en la Calle, que persigue devolver esta disciplina al espacio público [Rubén García]. La Voz
Marta Rodríguez
07:00 • 13 mar. 2022

Antonio Guerrero (Huelva, 1971) es de Lucena del Puerto, un pueblo en la cuna del descubrimiento de América. No en vano, asegura que antepasados suyos se enrolaron con Colón en aquella expedición de futuro incierto. Llegó a Almería en 2005, "el año de las nieves", como a él le gusta recordar. Compagina su labor sindical en USO con las clases que imparte en la UNED y su verdadera pasión: la filosofía. Una disciplina que desde hace siete años trata de devolver al espacio público y a la tradición oral a través del colectivo que encabeza, Filosofía en la Calle.





¿Qué es la filosofía? Y ojo a la respuesta porque esta pregunta se la llevan haciendo pensadores desde el inicio de los tiempos.



Como sospecharás, es una pregunta difícil de responder en pocas palabras. La definición más conocida es la etimológica que alude al amor a la sabiduría. No obstante, Jaspers dijo que además esta disciplina aspiraba a un saber ulterior o profundo y que solo la filosofía podía asumir ese reto. Por otro lado, para mí la filosofía es un método para la supervivencia. Si pensar es esencial para la vida, imaginemos si lo es pensar filosóficamente. Mejora tu capacidad de anticipación y de adaptación.



Con la filosofía pasa como con las matemáticas, más que respeto infunden miedo. ¿Por qué piensa que pasa?



Ha habido una deformación de la disciplina en el proceso educativo a lo largo de la historia. Cuando hablamos de filosofía recordamos la asignatura que tuvimos en Bachillerato y damos por hecho que filosofía es historia de la filosofía. Pero es un error. La filosofía es mucho más: argumentar, dialogar, filosofía práctica, y no solo historia. La cultura ha sufrido un proceso de desconexión de la realidad que ha afectado a la docencia filosófica generando un exilio en el aula. No obstante, la filosofía, cuando surgió, lo hizo en el ágora, en la plaza pública y era una actividad práctica, dialogante, sin textos escritos. Era tradición oral. La visión que tenemos ahora es la opuesta, la de que la filosofía es una asignatura que te prepara para un examen. 



¿Cómo cree que podríamos desterrar ese temor?



Nuestro reto es recuperar dicha tradición oral y la acción práctica. Si somos capaces de convertir esto en una acción encaminada hacia la mejora de la realidad y no solo para la superación de un examen, habremos cambiado los condicionamientos previos. Esto no es una crítica a la actividad académica, es preciso decirlo. Tan solo es una apuesta por la difusión de la filosofía en todas las áreas de nuestro momento presente. Y la filosofía debe hacer esto porque si no será la pseudofilosofía quien lo haga. Y eso es muy peligroso. Hablamos de los sofistas o charlatanes, de los eternos enemigos de los filósofos, de esos que pretenden persuadir sin decir nada. De esa larga lucha salió aquello de que la filosofía era el mejor antídoto contra la estupidez.


¿Y cómo casa Antonio Guerrero el binomio filosofía-Almería?

Desde mi pretensión de hacer filosofía, y no solo de decirlo, llevo algunos años presidiendo la asociación que fundé: Filosofía en la Calle. Muchos han sido los retos y las acciones efectuadas. Creo que ya se nos conoce y hasta nos han definido como un movimiento. Alguien dijo una vez que habíamos provocado una reacción porque nadie hablaba de filosofía antes. Lo único que pretendemos es hacer filosofía, que en la provincia y fuera de ella exista esta opción para quienes les interese. Y a quienes interese que lo sea porque pueda ser útil para sus vidas.


En este trayecto, he descubierto que Almería es una tierra rica en filosofía y no solo a nivel local, sino a nivel de la historia universal. En periodo árabe algunos de los mejores filósofos pasaron por aquí, como Maimónides y Averroes. Hubo una escuela de sufismo, que es como la mística cristiana reconocida en todo el mundo en ese momento. Y bueno, está Salmerón a quien se le desconoce como filósofo, que lo fue, y de corte práctico. 


De todo esto habla en su libro 'Logos Almeriense'. ¿Qué cree que pensaría Sócrates, uno de los padres de la filosofía, si lo leyera?

Sócrates era el tábano, ese era su apodo. Tenía el empeño de cuestionarlo todo para saber qué quedaba de verdad. Probablemente a nosotros también nos aplicaría su método -mayeútica- que está basado en una relación de preguntas encadenadas. Lo haría por ninguna razón en concreto, pero nosotros estaríamos encantados de recibir ese honor. 


Habla en plural. ¿Quiénes forman parte del colectivo Filosofía en la Calle?

Somos un grupo bastante multidisciplinar y variopinto. Desde filósofos, abogados, teólogos, fotógrafos, historiadores. Desde el principio consideramos que en la diversidad estaba la posibilidad de llevar la filosofía al mayor número de lugares posibles. Y ahora tenemos más de diez grupos de trabajo en España y en el extranjero, una editorial, una revista, una actividad ponente y una actividad expositiva.


¿Son todos gente ‘normal’? Lo digo por esa idea que apunta a que para entender la filosofía hay que ser un poco 'especial'.

En mis años de estudio de filosofía -grado, máster y doctorado- he encontrado un poco de todo. Si bien es cierto que hay filósofos que ejercen como tales siguiendo el perfil típico y estereotipado, también hay filósofos completamente normales. Si soy sincero, abundan más los segundos. La idea de que el filósofo tenga que ser raro es algo que no comparto. ¿Raro para qué? Sin duda no es una cuestión de ser raro estéticamente, pero sí raro desde el punto de generar pensamiento crítico. Y a las personas con ese interés no se les considera raras, sino incómodas. Tal vez esa sea la palabra: incómodo.


En Filosofía en la Calle, que es un grupo multidisciplinar, hay personas de todos los ámbitos cuyo único fin es precisamente ese: generar pensamiento crítico desde la acción filosófica. Eso genera incomodidad. No obstante, a corta distancia, en el trato personal, todos y cada uno de nosotros somos personas sencillas y cotidianas, sin reservas ni hábitos extraños más que el amor por la filosofía.  


A lo largo de los siete años que llevan en marcha, ¿han logrado llegar a los almerienses?

Ese siempre ha sido nuestro deseo. Al menos sí nos hemos acercado a ellos a través de las diferentes actividades culturales que hemos fomentado en universidades, centros de Secundaria, la misma calle. Y además sigue siendo nuestra pretensión. La última actividad, además de la editorial que lleva meses en marcha, fue un encuentro con una clase de Bachillerato. Allí estuvimos junto a la Fundación internacional de derechos humanos. Ambas entidades hablamos con los jóvenes sobre la importancia de la migración y los valores que hay que fomentar en ese proceso histórico. No paraban de preguntar y eso fue muy encantador. 


¿Cuál sería su situación soñada respecto al arraigo de la filosofía en nuestra ciudad de aquí a unos años?

Nos planteamos seguir con esta labor, pero con un poco más de ayuda de las instituciones. Hasta ahora no hemos sido bendecidos por ellas, y nuestras acciones han sido en mayor medida una gestión privada y con apoyo de nuestros asociados. No obstante, si las instituciones fomentaran nuestra labor, podríamos llevar la filosofía a muchos más lugares. Creo que una asociación como Filosofía en la Calle, con el colectivo de personas que arrastra, es un proyecto generalista que desarrolla los valores sociales para la convivencia y que supone un complemento educativo y cultural en general. 


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