Crónicas del ayer: El motín del Acebuche

Cinco internos intentaron secuestrar al director

Imagen de archivo de El Acebuche.
Imagen de archivo de El Acebuche. La Voz
José Ángel Pérez
21:34 • 20 dic. 2022 / actualizado a las 21:36 • 20 dic. 2022

La prisión provincial del Acebuche en los años ochenta estaba considerada como una de las cinco prisiones más grandes de Europa. Desde esa fecha y pese no estar clasificada como de Alta Seguridad sus celdas se han nutrido de delincuentes de alta peligrosidad. La mañana del 30 de mayo de 1988 estaba siendo tranquila entre los internos y un tanto más intranquilos los funcionarios del cuerpo de ayudantes de prisiones. Desde primeras horas de la mañana mantenían un encierro en las oficinas de la Jefatura, como medida de presión a la huelga que se venía realizando demandando mejoras laborales y saláriales.



Sobre las dos de la tarde, finalizada la comida, un grupo de cinco internos del módulo de Aislamiento, provistos de unos pinchos de hierro de fabricación casera, secuestró al jefe de servicio del módulo junto a tres funcionarios mas y una pareja de profesores. Iniciada la asonada, unos diez minutos mas tarde, otros cinco reclusos del módulo nueve secuestraron a otros dos funcionarios y en los pasillos de la galería a cinco funcionarios más.



A partir de ese momento, la confusión empezó a reinar en el centro. Fueron catorce personas las que permanecieron durante once horas, bajo la intimidación de los nueve secuestradores,



Pasados unos minutos desde que se conociera el motín, el director del centro Juan Manuel Ruiz trató de solucionar el problema con los sublevados entrando en el módulo de los secuestradores, quienes trataron de secuestrarle, aunque logró evadirse.



Los reclusos, al no conseguir huir utilizando a los funcionarios como "escudos humanos" retornaron al módulo 9 junto a los secuestrados, solicitando la presencia del juez de Vigilancia. En torno a las tres de la tarde, se personó en la prisión el juez Andrés Pacheco, que se encontraba de guardia, quien conversó con los cabecillas de la rebelión que expusieron sus condiciones.



Los reclusos ofertaron una tabla reivindicativa en la que pedían la desaparición de los malos tratos, la continuidad de las relaciones sexuales "vis a vis" prohibidas a los presos de Nocivos y el suministro de medios para prevenir el contagio del SIDA.



A las nueve de la noche, aterrizaban frente a la prisión dos helicópteros de los GAR de la Guardia Civil preparados para el asalto cuando a las once de la noche, fue liberado el primer funcionario A la vista de los acontecimientos, los efectivos del GAR, permanecían a la expectativa sin intervenir esperando ordenes. El final del motín llegó a las dos de la madrugada cuando los sublevados pidieron que se leyera un comunicado a través de Radio Nacional.



Los nueve reclusos amotinados, fueron traslados a las prisiones de Ocaña, Daroca y Alcalá-Meco. Todos ellos, estaban clasificados de alta peligrosidad y con condenas superiores a los veinte años de reclusión.


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