El milagro de comerse una tarta saludable

Maritza Gasca se dedica con devoción a elaborar dulces para diabéticos y celiacos

Maritza Gasca con una suculenta tarta apta para todos los públicos.
Maritza Gasca con una suculenta tarta apta para todos los públicos. La Voz
Eduardo de Vicente
20:08 • 21 oct. 2023

Los que fuimos niños hace medio siglo recordamos que el concepto saludable distaba mucho de como lo entendemos ahora. Teníamos la certeza de que un buen chinito o una media luna gigante resucitaban a un moribundo, acostumbrados como estábamos a que nuestras madres, cuando nos encontrábamos convalecientes de una gripe o del sarampión, nos recompensaran con un vaso de leche y un pastel. Muchos años después aprendimos que el azúcar mata, que la mantequilla engorda y te llena las venas de grasa y que aquellas tartas en las que sumergíamos hasta la cabeza nos hacían más vulnerables por dentro.



Desde entonces no paramos de buscar el dulce que nos haga la vida más agradable sin dejarnos secuelas y pasamos por los escaparates de las confiterías buscando la milhoja menos dañina. En esta búsqueda del dulce perfecto anda a diario Maritza Gasca, una colombiana afincada desde hace más de veinte años en Almería, que por pura vocación se ha convertido en la pastelera de los pobres, no de los menesterosos que no llegan a final de mes, sino de los que no gozan de toda la salud que quisieran y por culpa de las intolerancias tienen que estar mirando con lupa el alimento que se ponen en la boca.



Maritza cuenta que fue hace años, cuando trabajaba en un obrador sin gluten, cuando empezó a concienciarse del problema. “Escuchaba a los clientes que hablaban del sufrimiento que tenían con la diabetes, a los que no podían comer el trigo convencional, a los que eran alérgicos a los frutos secos, y allí empecé a pensar en tener algún día mi propio negocio para poder ayudar a esta gente”, asegura.



Ese día llegó y desde el pasado mes de agosto ha montado su propio obrador en un local de la calle Ángel Ochotorena, donde en compañía de su hijo se dedica al milagro de las tartas y de los dulces saludables. “Yo trabajo con productos de calidad. No utilizo ni lactosa, ni frutos secos, ni azúcar refinado. En su lugar uso azúcar de coco y azúcar de caña integral ecológica, buscando siempre hacer un producto completamente libre de ultra procesados”, comenta.



Su negocio está orientado a personas celiacas, a diabéticos y otro tipo de intolerancias, y pone a su disposición tartas veganas que están elaboradas de forma artesanal y con productos que en algunos casos ella misma cultiva. Usa harinas integrales de garbanzo, trigo sarraceno, harina de arroz, huevos camperos de una granja ecológica de Almócita, aceite de oliva virgen que extrae de los olivos que tiene en su finca de Canjayar, tomates y zanahorias de su huerto. “Las Confituras las elaboro yo misma con fruta natural de mi cortijo”, aclara.



Esas tartas toleradas para sanos y enfermos están teniendo mucho éxito y ya recibe pedidos hasta para los convites de bodas. “Me están pidiendo tartas para bebés de un año, que se han puesto de moda para echarle una fotografía al niño celebrando su primer cumpleaños. También trabajo los bizcochos, las magdalenas, las galletas, los piononos dulces y salados y últimamente he conseguido sacar mis donuts particulares que acabo de inventar a base de harina de almidón”, señala.



Los días empiezan de noche en el obrador de Maritza Gasca. Antes del amanecer ella y su hijo comienzan a trabajar para darle salida a los pedidos que le llegan de fuera. Es un trabajo artesano, meticuloso, en un escenario donde no se puede colar ni una mota de polvo de trigo tradicional ni medio gramo de azúcar refinada. Allí están prohibidos los ultra procesados, todo se va gestando de forma natural pensando en esos clientes que también tiene derecho a disfrutar de un buen dulce sin que se le vaya la vida en el intento.




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