Una hormiga atómica en Vera

Manola es ejemplo de mujer coraje, como tantas otras, desde el santuario de su Terraza Carmona

Manola Baraza Muñoz (Vera, 1945) recibirá el 3 de junio el Escudo de Oro de la provincia.
Manola Baraza Muñoz (Vera, 1945) recibirá el 3 de junio el Escudo de Oro de la provincia. La Voz
Manuel León
21:38 • 22 may. 2024

Manola -la hija que fue de José el del Caito- saluda siempre tocándose el corazón, como Vinicius cuando mete gol y se toca el escudo. El escudo de Manola ha sido siempre el de su compañero de vida -no hace falta mentarlo para glosar a Manola- el de sus siete hijos y su cocina; el escudo de esta mujer coraje ha sido siempre el de los pucheros, el de las sartenes, el de la antigua calle Batallón de Cádiz de Vera, donde nació en 1945; su escudo fue -aún es- el de la Terraza Carmona, un hito del buen yantar en la historia de Almería que brotó junto a los campos de naranjos de la Vera antigua.  Ahí, Manola, la Manola de ayer y de siempre, la madre coraje, la esposa coraje, la cocinera coraje, ha bregado como una hormiga atómica durante década, donde de un boquerón sacaba tres, donde aprendió de su suegra ciega, Beatriz, cómo se le daba el punto de pimentón al ajo colorao; ahí, en ese establecimiento blanco, que ha ido creciendo y abriéndose como un acordeón, es donde Manola tenía que apartar las cunas de sus hijos para que Machín, el de Angelitos Negros, pudiera cortar jamón después de cantar en la Terraza; ahí es donde Manola hizo feliz a tanta gente de  Vera, de Garrucha, de Cuevas, de Antas que acudían a las verbenas a mirar la vida con los ojos de la ilusión de un rato de baile, a declararse amor eterno. Cuántas parejas de novios, hoy abuelos, se fraguaron en ese crisol, con las orquestas del momento, con los Sirex, con los Serenade, con el Duo Dinámico de fondo. Ahí, Manola, en la Terraza, en su Terraza, la de ella y la de su compañero, ha trabajado como una abeja en un panal, ha criado a siete hijos -Ginés, José (DEP), Antonio, Beatriz, Manuela, Javier, Alejandro- cambiando pañales, mientras guisaba los gurullos para darlos como tapa al mediodía. Porque si algo ha tenido la Terraza ha sido lo de no irse de lo de siempre cuando todo el mundo se iba; cuando llegó el escalope, los tres tenedores, el ketchup y el  muera lo antiguo, la Terraza, Manola y su marido siguieron con el potaje, con el trigo, con las torticas de avío y aunque al principio no tiraban, terminaron tirando y llevándolas a Tokio y a México.



Manola, siempre a la sombra, paradigma del esfuerzo femenino, en esa Terraza donde tantos fuegos ha encendido, donde tantas brasas ha apaciguado, donde tanto ha sufrido esperando resultados, donde tanto ha disfrutado también, donde tan feliz ha sido construyendo una familia. Siempre alerta con sus ojos grandes, en vigilia perpetua, viendo cada movimiento de sus hijos, de sus empleados, de sus clientes; Manola, siempre en la cocina de la Terraza, que es como la rebotica de una farmacia, que es donde ocurren las cosas importantes (Dios está también entre los pucheros, escribió la santa de Avila). Manola, la eterna Manola, sumará un escudo más el 3 de junio en la casona de Juan Lirola, el escudo de oro de la provincia. Y ese día, cuando se lo pinchen en la solapa, volverá a tocarse el pecho y a mirar al cielo para dedicárselo a su compañero.










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