Almócita

Marta y Alicia, savia nueva en la Alpujarra como esperanza ante la despoblación

De 30 y 25 años de edad, son las nuevas trabajadoras de un pueblo de 200 habitantes

Marta Cañete y Alicia Nieto, las dos nuevas trabajadoras que se han instalado en Almócita.
Marta Cañete y Alicia Nieto, las dos nuevas trabajadoras que se han instalado en Almócita.
Francisco G. Luque
18:01 • 28 feb. 2023

En los grandes municipios se suelen celebrar por todo lo alto hazañas deportivas locales, visitas de distintas personalidades o ser sede de un evento de nivel nacional o internacional. Sin embargo, en los pequeños, la alegría llega con situaciones que habitualmente en las ciudades pasan desapercibidas entre el ritmo frenético, los ruidos y las sombras de los altos edificios. La apertura de un nuevo negocio, la instalación de un cajero automático o sobre todo un nacimiento es motivo de sonrisas y esperanza para todos aquellos lugares que resisten al asedio de la temida despoblación.



En un pueblo de la Alpujarra almeriense tienen motivos más que de sobra para dejarse llevar por la euforia. Y es que, con poco más de doscientos habitantes en su censo, dos jóvenes mujeres han iniciado recientemente en Almócita una nueva andadura laboral que les permitirá poder echar raíces en esta localidad a cuya vida cultural y tecnológica ya están aportando muchísimo.







Una de ellas es Alicia, de 25 años de edad, nueva técnica del Centro Guadalinfo almociteño que se queda en su pueblo natal convencida de que hay futuro. Marta, de 30, es cordobesa, pero tuvo un amor a primera vista con este municipio en el que desempeña la función de técnica de Cultura del Ayuntamiento. Las dos son savia nueva para Almócita, un esperanzador brote verde para toda una comarca que planta cara con esfuerzo, originalidad y respeto al entorno ante todo, frente a la tendencia de marcharse de las zonas rurales de interior.



Alicia Nieto: conseguir trabajar en su pueblo de toda la vida



“Soy la sexta generación en Almócita hasta donde yo sé. Imaginar todos los antepasados que han vivido aquí y que después de tanto tiempo ese árbol genealógico siga creciendo me parece maravilloso. Tantas generaciones y que sigamos aquí, es señal de que Almócita tiene algo mágico”, asegura Alicia Nieto, natural de Almócita, donde desempeña la labor de técnica del centro Guadalinfo, siendo la primera mujer que ostenta este cargo.



Siempre ha tenido claro que este era su sitio, por su gente, por el amor que le inculcó su abuela, su referente, hacia este hermoso rincón alpujarreño del que valora sobre todo “la tranquilidad, sus fiestas, costumbres, gastronomía, su calidez, la arquitectura, las amistades eternas, los veranos, el entorno, la seguridad, su sencillez o trabajar en el campo”. En definitiva, cosas que te dan “una perspectiva diferente”.



Su función principal en Guadalinfo es “aportar conocimientos a los usuarios sobre las Tics y sus actualizaciones, resolver dudas, ofrecer un entorno cómodo y útil con los equipos que disponemos”, entre otros. Alicia quiere “ofrecer todos esos servicios y más de una forma sencilla, entretenida, cercana y atractiva para impulsar a los usuarios a hacer uso de esta oportunidad con la que cuentan”.




Estudió y vivió fuera de Almócita durante años, pero no había fin de semana en el que esta joven no volviera a su hogar. Se formó académicamente y esperó su momento para cumplir este sueño de trabajar en su pueblo de toda la vida: “Es todo un regalo vivir y poder trabajar con los vecinos del pueblo que son, la mayoría, personas que me han visto crecer y a las que aprecio. Y tener la oportunidad también, de recibir a los nuevos vecinos y crear lazos con ellos”.


Nieto acaba con los clichés que etiquetan a los pueblos pequeños como Almócita de sitios ‘desérticos’, sin movimiento: “Es normal imaginar que sea un lugar solitario y con pocos recursos, pero nada más lejos de la realidad. Los vecinos son como tu familia, todos los días hablas con ellos, se hacen planes para salir a andar o tomar café. Te enseñan sobre el campo, trucos de casa, remedios caseros eficaces y un sin fin de cosas que pueden hacerse y aprenderse. En un pueblo pequeño es normal que nos cuidemos los unos a los otros".


Marta Cañete: desde Córdoba a la calidad de vida de la Alpujarra almeriense

La hospitalidad, la unidad, el trato cercano y familiar entre sus habitantes, y su involucración por avanzar como pueblo es lo que destaca Marta Cañete de Almócita, donde está a la espera de encontrar una casa para instalarse con su novio, con el que reside actualmente en Almería capital.


La cordobesa procede de La Rambla, un municipio de más de 7.500 habitantes y con un ritmo muy diferente al que hay en las calles almociteñas. Fue un cambio grande para ella, pero asegura que “esta filosofía de vida más tranquila, ha mejorado mi calidad de vida y a nivel emocional”.


Encontró la convocatoria para el puesto de técnica Cultural del Ayuntamiento en el Boletín Oficial de la Provincia, hizo la entrevista y durante un paseo por el pueblo supo que no sería la primera vez que estaría en Almócita, una de las localidades más pequeñas de Andalucía, aunque confiesa que “cambiar de un pueblo grande a un pueblecito no ha implicado un cambio brusco, porque no lo he notado”.




Su labor en el Consistorio es de vital importancia, porque “si no hay actividades culturales en el pueblo queda prácticamente sin vida”. Y de cultura, en Almócita, saben mucho. “Aquí se funde el arte urbano con la poesía en cada rincón y tiene muchos eventos de diferentes escalas. Es una forma de luchar contra la despoblación y es algo que admiro mucho de este pueblo”, afirma Marta, que ha encontrado en la esencia de la Alpujarra almeriense valores que se están perdiendo en la sociedad. 


Trabaja para poner en valor el Patrimonio almociteño a nivel histórico, arqueológico e inmaterial, para conservarlo y difundirlo, para que lo disfruten generaciones venideras que, al igual que ella o Alicia, decidan forjar sus vidas entre sus estrechas y preciosas calles en las que también hay un futuro, aunque labrarlo quizás no sea tan fácil en los tiempos que corren como en una gran ciudad.


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