Mujeres y niños, interlocutores clave en el proyecto ‘Marca Pueblo’

La iniciativa de la UAL busca desarrollar la economía y los servicios de los pueblos rurales

Imagen de archivo de Almócita, uno de los siete pueblos seleccionados para participar en el proyecto.
Imagen de archivo de Almócita, uno de los siete pueblos seleccionados para participar en el proyecto. La Voz
Fernando Moldenhauer
07:00 • 13 abr. 2020

Puesto en marcha por un grupo de profesores de Economía de la Universidad de Almería, hace ya meses que el proyecto ‘Marca Pueblo’ echó a andar, con el propósito  de desentrañar las principales necesidades económicas y de ocio y servicios de los pueblos más rurales de la provincia.



¿El objetivo? Frenar la despoblación creciente que sufren estos pueblos. Para ello, el grupo de investigadores, dirigido por el profesor de Economía Aplicada de la UAL Jaime de Pablo, preguntará directamente a niños y mujeres, a los que considera interlocutores fundamentales, su opinión sobre las necesidades y las oportunidades del pueblo en el que viven.



Emprendimiento rural femenino



“El tema de la mujer es fundamental, vamos a analizar cuáles son las opiniones de las mujeres en cuanto a su vivencia en el pueblo”, afirmó el profesor, que sostuvo que “la mayor parte del emprendimiento rural exitoso en zonas rurales” proviene de la población femenina.



El proyecto -que no se ha detenido con el estado de alarma-, ya ha arrojado importantes conclusiones, como por ejemplo el gran desconocimiento que los jóvenes de Almería tienen de la cultura de sus pueblos y su relación con la estigmatización del mundo rural. Son algunas de las conclusiones a las que han llegado los investigadores con los datos de más de 400 encuestas realizadas a estudiantes de la Universidad de Almería.



Ahora mismo, De Pablo y sus colegas se encuentran investigando las necesidades individuales de cada uno de los siete pueblos que participan, inicialmente, en el proyecto: Alcóntar, Almócita, Líjar, Lubrín, Olula de Castro, Purchena y Serón; pero la siguiente fase consiste en recabar -en cuanto el estado de alarma lo permita- la opinión de los “agentes intervinientes”, entre los cuales están las mujeres, que juegan “un papel muy importante en el campo, a pesar de que este sigue siendo muy machista”, pero también los niños, cuya visión se espera que influya en el urbanismo de los pueblos rurales.



Urbanismo para niños



“Vamos a hacer un análisis desde la perspectiva de la opinión de los niños del pueblo. La primera pregunta que les haremos será qué camino toman para volver a su casa desde el colegio y por qué”, explica el profesor, cuya referencia es un proyecto anteriormente impulsado en el barrio granadino de El Albaicín 


La iniciativa pasa también por investigar casos de éxito en la gestión de centros de menores, un tema que es polémico y que muchos pueblos rechazan de plano, pero que, prejuicios a parte, ha demostrado ser un auténtico motor económico en muchas localidades españolas.


Es el caso de Purchena, donde hay nada menos que tres centros de menores, el último de los cuales lo es además de menores inmigrantes no acompañados, (los famosos ‘menas’) algo que ha creado puestos de trabajo y traído riqueza al pueblo. “Mucha gente joven del pueblo está trabajando allí, el catering sale de Purchena... es una muy buena idea para un municipio siempre y cuando sus habitantes quieran hacerlo. Hay otros pueblos que ni borrachos quieren tener un centro de menas, porque dicen que son conflictivos, pero son unos chavales que cuidándolos bien y tratándolos bien, en general han dado muy buenos resultados”, aclara el investigador.


La oportunidad de los centros de menores

De Pablo recuerda el sonado caso de Oria, cuyo alcalde llegó a recibir amenazas por haber construido un centro de menores en su territorio, mientras que a los trabajadores del mismo en más de una ocasión les lanzaron piedras a su paso por el pueblo, según afirma. La otra cara de la moneda la ofrecen no solo Purchena, sino también el municipio de Lubrín, que cuenta asimismo con un centro para menores inmigrantes no acompañados. 


“Al principio la gente era un poco reticente, pero ahora incluso tienen contratados a los chavales para que trabajen allí (en el pueblo)”, cuenta De Pablo, que señala al municipio del Levante como otro caso de éxito en la integración de este colectivo y, a su vez, como ejemplo de oportunidad económica aprovechada. 


La de los centros de menores es solo una de ellas. Según Jaime de Pablo, hay cientos de oportunidades en el mundo rural. Cada pueblo tiene la suya, sólo hay que encontrarlas.


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